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James Murphy, entre el escenario y la cocina

Por Animal Gourmet

No todos crecen amando la comida, para algunos es un gusto totalmente adquirido. Este es el caso de James Murphy, ex vocalista de LCD Soundsystem, una de las bandas más representativas de la escena musical independiente neoyorquina.

James, siendo parte de una familia irlandesa-americana, creció comiendo quesos procesados, hot dogs y espagueti. La comida no era algo importante para él, hasta que conoció al padrastro de la que en ese entonces era su novia y fue a través de él que tuvo su primer acercamiento a la cocina y le hizo darse cuenta de sus habilidades con la comida.

Tiempo después, bajo un presupuesto de músico y habiendo cortado con su novia, descubrió la sal. Aunque parezca un pequeño e ilógico hallazgo era lo único realmente bueno que podía comprar sin rebasar su presupuesto y que mejoraba mucho el sabor de su comida.

La sal era lo único realmente bueno que podía comprar sin rebasar su presupuesto

Conforme sus ingresos crecían comenzó a hacer su propia mayonesa. Hizo su receta de ensalada de atún y una salsa tanto para pastas como para carnes, entre otras tantas invenciones culinarias, pero no fue hasta que comenzó a viajar que su paladar comenzó a obsesionarse con la comida.

Uno de los viajes que lo marcó fue la primera vez que visitó Brasil, donde se topó con la mayor diversidad de cortes de carnes que había probado en su vida. Sin embargo el país que más lo enamoró, culinariamente, fue Japón y el flechazo fue tal que ahora que sale de gira, ya como solista, viaja con algún chef que le cocine arroz al vapor, mientras que él carga con sus propios condimentos; desde nori hasta aceite de ajonjolí.

Viaja con algún chef que le cocine arroz al vapor, mientras que él carga con sus propios condimentos

Murphy se considera una persona con un paladar bastante amplio. Aunque si se le preguntara qué es lo que no le gusta comer quizá respondería algo como que no le gusta nada amargo ni con sabores ferrosos, aunque diría no entender por qué.

Lo que sí le gusta es, como en la música, que así como las notas son armónicas, los sabores lo sean en el platillo; que no haya alguno que predomine o que opaque a los demás. Es precisamente este exquisito paladar y olfato, el que lo llevó a trabajar durante un evento gastronómico en Nueva York con el reconocido chef Iñaki Aizpitarte, del restaurante parisino Le Chateaubriand, ranqueado en el número 18 dentro de la lista San Pellegrino de los mejores 50 restaurantes del mundo.

Lo que sí le gusta es, como en la música, que así como las notas son armónicas, los sabores lo sean en el platillo.

El músico brilló pero no en el escenario. A decir del chef “James era alguien que no sólo quería prsentarse en el evento sino que quería participar de forma activa”, como mencionó al New York Times Diner’s Journal.

Ahora la comida se ha vuelto una parte tan importante de su vida que uno de sus proyectos es tener huertos, como los que tenían sus padres cuando era pequeño, e impulsar programas en las escuelas para que los niños aprendan a cultivar distintas frutas y vegetales con el objetivo de cambiar la relación que tienen los menores con los alimentos.

Así, involucrándolos en el proceso que va desde la siembra de los vegetales, hasta que llegan a la mesa, los niños tendrán una visión distinta de la agricultura a la que él tuvo de pequeño, una actividad que  se creía sólo realizaba la gente que no iba a la universidad.

Para James los productos, más que sabores y olores, son aquello que le recuerda a distintas etapas de su vida y los lugares en las que transcurrieron. Importante para él que describe la buena comida como factor de cambio que evoca memorias de lo que te hace sentir bien.

Es así que, a pesar de que pase poco tiempo en su departamento en Brooklyn, James Murphy siempre tiene algo que lo hace sentir cerca de casa.

Para recordar a James Murphy:

Por Michelle Allen Iglesias