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Un 'road trip' gastronómico por la Baja

Por Animal Gourmet

Un recorrido en coche por la Baja, desde Tijuana hasta La Paz, explorando cada rincón de esta zona grandiosa de nuestro México, se tiene que hacer forzosamente con sombrero, una hielera, hamaca, cerveza fría, tabla para picar, navaja y muchos sueños.

Con esta idea emprendimos el viaje por las Californias, tierra misteriosa de nuestro Pacífico lejano, que te lleva por caminos de Tijuana, Ensenada, San Quintín, El Rosario, Bahía de Los Ángeles, Concepción, Loreto y La Paz.

La historia arranca en mi Tijuana querida, y traemos hambre. Seguimos la recomendación de mi buen amigo Walter, ‘compa’ de TJ que nos manda a Tacos JR, taquería que empezó en un ‘taco truck’ en 1993 y que desde entonces sirve grandísimos tacos de pescado y de camarón. El detalle del plato, que a su vez es pez, adorna, y su sopa de mariscos cae de perlas para arrancar esta aventura.

La historia arranca en mi Tijuana querida, y traemos hambre

Ya de salida rumbo a las costas pacíficas de Ensenada nos paramos a arreglar un pequeño detalle. Resulta que el coche, un incansable Jetta 2005, lleva arrastrando la polvera frontal desde hace tiempo. Nada que no se pueda solucionar con el ya clásico amarre de alambre, ejecutado a la perfección por un ‘compa‘ de una gas, quien se deslizó por los suelos gustoso, ventilador de por medio, haciendo el amarre en un tiempo récord de 28 segundos. Mágicas manos mexicanas.

Unos ricos tacos emplatados en un pez para divertir la comida. // Foto: Hernán Cobo

Unos ricos tacos emplatados en un pez para divertir la comida. // Foto: Hernán Cobo

Carretera No. 1, en dirección al sur, toda nuestra costa y su atardecer a lo lejos, los acantilados que formaron las curvas de esta carretera mágica nos llevan de la mano hasta Ensenada, donde la estancia no puede ser otra que Quintas Papagayo, simpático fraccionamiento que te renta unas cabañas a la orilla del mar por 800 varos la noche (precio cliente), y que está ubicado estratégicamente entre el Valle de Guadalupe y el centro de la ciudad.

Tiramos ‘shower’ de volada y nos vamos al centro de Ensenada, dirección Ultramarino; objetivo: echar taco de marlín ahumado, ostiones tempura y, sobre todas las cosas, bailar al ritmo de Tacón Machín, agrupación de Ensenada que realiza covers versión cumbia de clásicos ochenteros como “Guns” y Pink Floyd, desde el traspatio del bar. Mi señora es buena para la cumbia, y le bailamos sabroso toda la noche.

Mi señora es buena para la cumbia, y le bailamos sabroso toda la noche

En Ensenada están las mejores taquerías de México y hay tres lugares a donde hay que ir: Sabina La Guerrerense, Tacos La Avioneta y Mariscos Marco Antonio. Doña Sabina es una celebridad por el simple y generoso hecho de haber estado los últimos 35 años sirviéndonos, desde una modesta carreta de mariscos, las más grandes tostadas que ha visto el ser humano al día de hoy, punto. Lo mejor: la tostada de caracol, de erizo, ¡y su gran variedad de salsas!

Mariscos Marco Antonio, es una pasada, y yo sólo tengo que agradecerle al ‘mister’ el que se le haya ocurrido un día montar sobre una tortilla un trozo de pescado empanizado y terminar la obra con camarones a la crema, por encimita.

La Avioneta, recomendado por mi buen amigo Diego, es una de las mejores taquerías de toda la Baja. Tiene un taco de camarón a la diabla que está excelente. También el taco de camarón y rajas con crema es muy bueno. El dueño de este lugar, Adolfo Arámbula, es piloto de avioneta y se dedica a arrear desde el cielo las manchas de atún para la pesca de este gran pez.

Ya de salida un rol al “Mercado Negro”, como se le conoce al mercado de mariscos de Ensenada, gran lugar por su sabor, su gente y sus mariscos. Aquí toda la banda es buena onda, les gusta el albur y el cotorreo. Me despido recordando cada día que pasé en esta nuestra Ensenada querida.

Saliendo de Ensenada rumbo a El Rosario, el camino te va llevando por zonas agrícolas importantes donde, parándonos a tomar fotos, logramos convivir con los trabajadores, gente de campo que se muestra alegre ante el lente de la cámara, orgullosos de lo que son, y de la tierra a la que forman parte, ¡orgullosos de la Baja!

Por ahí de pronto llegamos a San Quintín, donde de pronto y del lado izquierdo empezamos a ver, uno tras otro, grandes changarros de mariscos ofreciendo unas delicias que sólo el pie de carretera de esta zona del mundo puede dar.

El primero de los puestos de mariscos que hay en este tramo de San Quintín, es la marisquería El Cliente. Lo que más impresiona es el esqueleto de ballena inmenso que cuelga de su fachada. Nos cuenta el buen Memo, dueño del changarro, que un día explorando las playas de la zona con su chavo encontraron una ballena encallada a la orilla del mar, ya bien muerta, decidieron taparla con arena y dejar que los roedores hicieran la chamba sucia.

Lo que más impresiona es el esqueleto de ballena inmenso que cuelga de su fachada

Al paso de dos semanas regresaron sobres del esqueleto, no sin antes tener que desprender los restos que todavía permanecían.  Estaban en esa talacha cuando se encontraron con la novedad que dentro de la ballena había una víbora de cascabel echando ratón. Es lo que tiene la cadena alimenticia.

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El esqueleto de una ballena adorna la fachada de “El Cliente”. //Foto: Hernán Cobo

Me dice el Memo feliz: “no ‘carnal’, si la bronca no fue sacar la cascabel, desprender los restos putrefactos o transportar el esqueleto. Las dificultades llegaron después, con mi mujer. Y es que dime ‘carnal’, como convences a tu señora de que un esqueleto de ballena, acá, oliendo machín, tiene que permanecer en su azotea durante unos meses bañada en cal“.

Esto es la Baja jóvenes, nos comentó al final. Aquí no hay que perderse la almeja ahumada.

También sobre este corredor marisquero estaba Mariscos Toño, este ‘brother’ ya estaba cerrando pero logramos platicar con él un rato, y tomar algunas fotos de su local. Toño de nombre el ‘bato’, ¡buena onda como toda la gente de la Baja! Parece que esto es una insistencia, pero en realidad estamos muy contentos por el trato de su gente.

Y también nos comemos en San Quintín una tostada de ceviche de pescado en Mariscos San Quintín “el sabor de la vida”. Aquí atiende un ‘compa’ de nombre Juan Barajas, pero él se presenta ¡Barajas, Juan! Nos platica que el no prepara almejas ahumadas (especialidad de la zona) pero tiene una gran variedad de ceviches, y prepara muy bien la clásica tostada mixta. ¡Barajas, Juan es un orgullo de Baja!

Duro por fuera y suave por dentro, como los ostiones. // Foto: Hernán Cobo

Duro por fuera y suave por dentro, como los ostiones. // Foto: Hernán Cobo

Después del gran corredor de mariscos de San Quintín, seguimos andando por toda esta zona de gran fortaleza agrícola donde se respira pujanza, desarrollo.

Ya de noche llegamos a El Rosario, antesala del gran desierto y del Valle de los Sirios. A dormir. Mañana visita obligada a Mamá Espinosa, donde se respira el ambiente de la carrera Baja 1000, y donde lo que hay que desayunar forzosamente es el burrito de machaca.

Por Hernán Cobo