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Prepara tu guacamole como se te antoje pero nunca te lvides que el protagonista es el aguacate.

¿Cómo afecta la victoria de Trump a los productores mexicanos?

Por Mayra Zepeda

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Ganó Trump. Sí, nuestra peor pesadilla se hizo realidad y con ella habrá consecuencias.

Mientras miles de mexicanos al norte de la frontera sienten miedo, debajo del Río Bravo ya comenzaron a sentirse los rezagos de la elección a presidente de Estados Unidos.

Para empezar, Trump prometió durante la campaña que revisaría el Tratado de Libre Comercio de America del Norte (TLCAN) o incluso lo abandonaría (algo poco probable debido a la naturaleza de los tratados internacionales), de ser así, se verían afectadas las exportaciones de México –representa el 80 por ciento– hacía EEUU. Los gringos son nuestro principal socio comercial de ida y vuelta, según la Observatory of Economic Complexity. Nosotros les vendemos a los norteamericanos (entre otras cosas): verduras, frutas tropicales, aceites, cerveza, licores y productos animales.

Muy probablemente los aguacateros jalisciences, que estaban muy felices en mayo pasado al anunciar su entrada al mercado estadounidense después de 100 años de intentarlo, están nerviosos con la llegada republicana a la Casa Blanca. Según información de El Informador, “37 mil familias” dependen de la venta de este fruto y son la mayoría son de origen rural (esos que en vez de cruzar al otro lado, se quedaron en México porque tienen trabajo). Ahora el futuro del guacamole en todos los menús gringos parece incierto, o por lo menos de guacamole con aguacate mexicano.

Lo mismo sucede con el mango, el café, la papaya y muchos otros productos agrícolas que pueden tener dificultades para entrar en EEUU o para venderse a cierto precio, ante la posible subida de los aranceles.

Probablemente también veamos un resurgir de la “guerra atunera“. Desde los 80 ha sido un ir y venir de los pescadores de atún con el gobierno estadounidense, entre acusaciones por malas prácticas pesqueras, embargo comercial y de etiquetado del producto, han pasado 35 años sin que el atún mexicano tenga una relación estable y armoniosa con el norte, y las aguas están agitadas.

Por otro lado, la resaca electoral seguro será alcohólica este fin se semana, no sabemos hasta cuándo los norteamericanos demócratas podrán consumir litros de tequila para ahogar sus penas. Nosotros esperamos que las exportaciones de la bebida mexicana más conocida no paren, pues 70 mil familias dependen de la industria tequilera.

Tanto los agricultores, como los ganaderos o los productores de espirituosos y cervezas están en espera de ver qué sucede. Hace meses el peso no ha dejado de caer y el dólar sólo sube como la leche cuando se quema. Ayer gracias a la victoria de Trump sufrió una depreciación del 10 por ciento, “la mayor caída en dos décadas“, como lo calificó El País, y agregó que la previsión más pesimista es que el tipo de cambio pueda alcanzar hasta los $26 pesos en 2017.

Quizás recibir pagos en dólares sea una buena noticia para muchos exportadores, el posible problema serían las trabas a la exportación de algunos productos, o lo peor, la suspensión de los tratados comerciales, algo que afectaría el ingreso de las familias mexicanas y por consecuencia frenaría la economía interna del país.

El desastre podría llegar hasta nuestro campo y mares –y a su vez a nuestra cartera y alacena–, aunque Andrea Legarreta opine lo contrario.