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La cocina de Doña Esthela, una maravilla escondida en Valle de Guadalupe

Por Mayra Zepeda

Por la carretera de El Tigre a Guadalupe hay un restaurante que puede pasar inadvertido si no eres lugareño o si no has escuchado hablar de doña Esthela Martínez, una cocinera proveniente de Sonora que radica desde hace más de 20 años en Ensenada, Baja California.

Ese restaurante es La cocina de Doña Esthela. Según la revista londinense FoodHub, aquí se sirvió el Mejor Desayuno a nivel mundial en 2015: machaca con huevo.

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La cocina de Doña Esthela puede recibir a 160 comensales, pero hay que llegar temprano para alcanzar las delicias que sus manos preparan desde las 2:40 de la mañana, hora en que se levanta para meter el borrego bajo tierra.

A las 3:30 de la mañana el borrego ya debe estar bajo tierra para estar listo a las 8:30 horas. Doña Esthela mete la carne que va en su jugo y la carne adobada, los frijoles y listo. Ya no regresa a la cama. Hace la salsa y el café regular y de olla. Los viernes prepara pan casero, empanadas de piña, gordas de maíz crudo y cemitas.

La carta está compuesta por enchiladas, gorditas rellenas de espinacas, omelettes de verduras, empanadas, borrego tatemado, birria, entre otras delicias que se acompañan con queso fresco, tortillas de maíz y harina, chorizo, machaca y salsa que ella misma prepara.

Sus hijas y su esposo le ayudan a atender a los clientes que llegan de diversas partes del mundo atraídos por su sazón. Doña Esthela guarda tarjetas de personas de la ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, España, Londres…

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Sobre el reconocimiento otorgado por FoodHub, doña Esthela reconoce que fue una sorpresa, que nunca supo quién fue el comensal que le hizo tal distinción.

“Esa persona entró a mi cocina y comió; nunca supe quién fue, ni a qué hora entró, comió y se fue. Después me hablaron de la ciudad de Londres para felicitarme. La verdad sí me sorprendí porque no supe cuándo fue eso, cuándo vino. Me preguntaron qué sentía: pues fue un orgullo para mí, un sacrificio que se hizo a nivel familiar para poner la cocina y la verdad me emocioné, me siento muy feliz”.

El camino nunca es fácil

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Aunque hoy su vida gira en torno a la cocina, no siempre fue su prioridad. Por cuestiones económicas, Doña Esthela empezó a lavar y a planchar ajeno, y para completar el gasto comenzó a hornear pan; después, burritos de tortilla de harina y frijol que vendía afuera de las escuelas y de las fábricas. Luego en Rancho San Marcos, en Valle de Guadalupe, frente a la Hacienda La Lomita.

La familia Castro compró su terreno y la llamaron para que trabajara en la cocina. “Todo el tiempo me ha gustado cocinar, mi pasión es la cocina”, dice doña Esthela.

Su inicio no fue fácil. Por la falta de dinero para algunos insumos, como la carne, sus primeros guisos fueron casi vegetarianos y solo tenía una mesa.

Cuando por fin tuvo su cocina, doña Esthela comenzó a comprar carne. Ella misma la secaba para hacer machaca. También tenía que ir de mesa en mesa explicando su menú, a falta de cartas impresas.

Uno de sus clientes le obsequió los menús impresos, “ya me cansaba decirles a los clientes los platillos”, dice doña Esthela honesta.

La mesita con la que comenzó se convirtió en decenas que reciben a los comensales que llegan temprano para desayunar maravillosamente.

Definitivamente éste es un sitio imperdible en tu próxima visita al Valle de Guadalupe.