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Correr podría amortiguar los efectos de emborracharnos

Por Mayra Zepeda

Las reminiscencias de una borrachera toman significado dependiendo la experiencia de cada uno. Wikipedia por ejemplo, describe una resaca como: “un cuadro de malestar general que se padece tras un consumo excesivo de bebidas alcohólicas, aunque no lo suficiente para llegar al coma profundo y a la subsiguiente muerte por depresión respiratoria”. Esperemos que no…

Sí, el malestar momentáneo después de una borrachera nos permite exagerar una cruda con una supuesta agonía —y seguramente un hambre feroz que podrás saciar con cualquier antojo monchoso—, afortunadamente es solo eso y después te encuentras fuera de peligro.

Seguramente te habrás dado cuenta que tu resistencia al alcohol ya no es la misma de cuando eras un adolescente experimentando de bar en bar. Con el paso de los años, tantos dolores de cabeza, deshidrataciones y lagunas mentales han aniquilado miles de neuronas de tu cerebro.

La ciencia ha probado en distintos experimentos en animales que el número de células nerviosas en el hipocampo se ve reducido por la ingesta excesiva de alcohol ya que afecta a las mitocondrias; estos orgánulos ayudan a producir energía dentro de las células y su mal funcionamiento puede provocar daños o la muerte de las células cerebrales. No te preocupes, existe una posibilidad de que tus constantes borracheras no te dejen estúpido.

Dos nuevos estudios muestran que la actividad aeróbica puede atenuar algunos efectos que sufre tu cerebro después de grandes ingestas de alcohol. Sí, estamos hablando de pararte a correr en vez de quedarte inmóvil en una cama esperando a que la cruda desaparezca.

Ambos estudios fueron expuestos en la reunión anual de la Sociedad de Neurociencia de Estados Unidos.

El primer estudio fue dirigido por fisiólogos de la Universidad de Louisville experimentando con ratones machos adultos. Durante 12 semanas —lo equivalente a varios años humanos—, dos grupos de ratones recibieron diariamente inyecciones de alcohol o de agua salada.

El segundo estudio se enfocó totalmente en el estado borrachera: Investigadores de la Universidad de Houston insertaron tubos en los diminutos estómagos de ratas hembra para proporcionarles dosis constantes de alcohol u otra bebida sin alcohol todos los lunes por la noche durante 11 semanas. Posteriormente se mantuvo a la mitad de las ratas de cada uno de estos dos grupos en sus jaulas, sin hacer nada, durante el resto de la semana —como tú después de embriagarte—, mientras que la otra mitad corría en su respectiva rueda durante un lapso de hasta dos horas tres días a la semana.

Analizando los dos estudios notaron que los cerebros de los roedores que se ejercitaron después de haber recibido alcohol fueron sustancialmente diferentes de los que se mantuvieron en estado sedentario. Los ratones inactivos tenían mitocondrias más débiles en muchas neuronas, mientras que los activos tenían mitocondrias fuertes.

Por otro lado, las ratas que poco se movieron y únicamente recibieron alcohol tenían casi el 20 por ciento menos de neuronas en el hipocampo que los animales de referencia. En cambio, las ratas que lograron ejercitarse tenían tantas neuronas como las ratas de referencia, aunque se les hubiera suministrado alcohol.

J.L. Leasure, profesora de psicología en la Universidad de Houston, quien monitoreó el estudio en ratones, explicó que el simple hecho de correr incrementa la creación de nuevas células cerebrales y mejora la condición de las mitocondrias; por esta razón las células cerebrales de las ratas ebrias lograron estabilizarse.

Desde siempre se ha sabido que las rutinas de actividad física nos benefician en cualquier aspecto,  sin embargo, el alcohol  tiene efectos en otros órganos que el ejercicio no contrarresta por eso lo mejor que puedes hacer es evitar esas copitas de más.