“¡Pinches chilangos mamones, todo lo quieren poner en bolillo o telera!”, leí en un comentario de un video que se volvió viral hace unos días. ¿Qué se veía en él? A un señor en un carrito, preparando un alimento que para algunos podría parecer insólito: una torta de helado. “¡Estás pendejo carnal, eso no es un invento chilango, esto es tradicional de mi pueblo, Xonacatlán!”, fue una de las respuestas a ese comentario. Dice la sabiduría popular que cuando el río suena, es que agua lleva. Esta fama que tenemos los habitantes de la Ciudad de México como creadores de platillos absurdos no es gratuita: de aquí es la famosa guajolota (torta de tamal), la tecolota (torta de chilaquiles) e incluso hay lugares como la prepa 5 de la UNAM donde ya se venden tortas de enchiladas. Pero, ¿sería verdad que este invento de la torta de helado realmente nació en Xonacatlán? Sólo había una manera de averiguarlo: emprender el viaje y acabar con el mito de una vez por todas.
La verdadera Ciudad Peluche
Lo primero era saber dónde estaba el famoso pueblo. Bastó un googlazo para saber que es un municipio del Estado de México cercano al Aeropuerto Internacional de Toluca. Así supe también que ‘Xonacatlán’ es un nombre náhuatl que significa “lugar entre cebollas”, que según los más recientes conteos del INEGI cuenta con casi 50.000 habitantes y se encuentra a unos 40 kilómetros de la Ciudad de México.
¿Sería prudente lanzarme a verificar lo dicho por un comentario de internet? ¿Y si llegaba y me encontraba con que había hecho un viaje de 80 kilómetros (40 de ida y 40 de regreso) solo para volver frustrado por no haber encontrado el mítico postre? ¡Qué demonios! Como la curiosidad mató al gato, puse Waze y ¡tarán!, bendita tecnología, la ruta hacia Xonacatlán estaba trazada.
Contrario a lo que pensaba, llegar a Xonacatlán no fue, ni por asomo, una odisea o una legendaria expedición en la búsqueda de ‘El Dorado’. Un bajopuente encharcado por las lluvias y tres casetas de cobro bastan para resumir el camino de hora y media que recorrí desde el centro de la ciudad hasta la tierra prometida, vía la carretera México-Toluca. Apenas llegar al pueblo, mi bato (mi novio) me dijo: “¿Ya viste? Venden un montón de peluches”. Y pues sí: Xonacatlán, además de ser la tierra de las tortas de helado, es también la meca de la industria peluchera del país. Osos barrigones, perritos con la lengua de fuera, ranas con letreros de “te amo” fueron los embajadores que nos dieron la bienvenida a “Xona”, como cariñosamente lo llaman los lugareños.