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Dieta baja en carbos VS una baja en grasas: nueva investigación dice que realmente no importa

Por Sarah del Moral

Cuando se trata de perder peso, en los últimos años de investigación se ha mostrado que, en promedio, las dietas bajas en carbohidratos pueden tener una ligera ventaja a corto plazo, sin embargo, en comparación con las dietas bajas en grasa ninguna puede declararse superior, especialmente porque alrededor del 95 por ciento de las personas recobran el peso perdido.

Hace una década, un grupo dirigido por el científico en nutrición Christopher Gardner, profesor de medicina en la Universidad de Stanford, publicó un estudio comparando las dietas Atkins, Zone, Ornish y LEAR entre un grupo de 311 mujeres. Después de un año, la pérdida de peso promedio fueron solo de algunos kilos, pero cuando se observó más allá de de estos datos la diferencia entre las participantes que ganaron y perdieron en cada una de las cuatro dietas era enorme: algunas perdieron 25 kilos y otras ganaron de 5 a 10 kilos. ¿Por qué?

El grupo de Gardner decidió intentar responder esta pregunta centrándose no en cuál dieta era la mejor, sino en cuál dieta era la mejor para quién. Algunas investigaciones preliminares -incluyendo un estudio del grupo de Gardner publicado en 2012- sugirieron que la forma en que el cuerpo de algunas personas responde a la insulina puede ser clave. Y luego está nuestra composición genética individual involucrada. ¿Podría predisponernos a prosperar con menos grasa o menos carbohidratos?

Lo atractivo del más reciente estudio de Gardner, DIETFITS, es cómo aterriza la dieta al “mundo real”. Este estudio fue diseñado para ayudar a los participantes a apegarse a una dieta que les fue asignada aleatoriamente, mientras la seguían de una manera “sostenible”.

Ya que no hay una definición estándar de “bajo en grasa” o “bajo en carbohidratos”, Gardner pidió a 609 participantes que su objetivo fuera consumir 20 gramos de carbohidratos o de grasa, dependiendo de la dieta asignada. Después de unas semanas podrían ir ajustando el consumo si era necesario. “Por favor, ayuden al público estadounidense a definir  lo que es bajo en carbohidratos y bajo en grasas, no únicamente se trata de  llegar a lo más bajo”, les dijo. “¿Qué es lo más bajo que pueden tolerar para que puedan mirarlos a los ojos y decir, al final de este período, ‘Sí, creo que a este nivel de consumo donde terminé es algo que podría hacer por el resto de mi vida'”.

Al final, “bajo en carbohidratos” significaba alrededor de 30 por ciento de carbohidratos y 45 por ciento de grasa, mientras que “bajo en grasa” era de 29 por ciento de grasa y 48 por ciento de carbohidratos. A pesar de no estar obligados a reducir las calorías, los participantes comían un promedio de 500 calorías menos y las que comían era de alta calidad.

El grupo que consumió bajo en grasa se animó a elegir granos enteros, una variedad de frijoles y lentejas, frutas orgánicas de temporada, leche orgánica baja en grasa y carnes magras. El grupo bajo en carbohidratos apuntó hacia aceites y grasas de alta calidad, aguacates orgánicos, quesos duros, mantequillas de frutos secos, carne y huevos orgánicos. “Todos deberían de tener verduras a la mano durante todo el día como pudieran, consumir una ensalada todos los días y sin azúcar añadidas y lo menos de harinas refinadas posible“, dijo Gardner.

Los participantes perdieron un total de 3 kilos, pero Gardner y su equipo encontraron que no había diferencia entre los participantes con dietas bajas en carbohidratos y los de bajas en grasas.

La pérdida de peso promedio para cada grupo solo difirió alrededor de 1 kilo, y cada grupo tenía individuos que perdieron 29 kilos y otros que ganaron 10 kilos. Ninguno de los dos grupos tenía una ventaja cuando se trataba de desaceleración del metabolismo o pérdida de grasa versus pérdida de músculo magro.

Para la hipótesis de que las personas que tenían resistencia a la insulina (células que resisten la señal de la insulina para tomar la glucosa del torrente sanguíneo), ¿les vendría mejor la dieta baja en carbohidratos, mientras que a los que no lo harían mejor en una dieta baja en grasa? Esto resultó no ser universalmente cierto. Tampoco había un patrón basado en la composición genética.  El análisis de la microbiota de los participantes queda pendiente.

¿Conclusión? No pongas tus esperanzas en la cuestión de reducir grasas o carbohidratos. Mejor considera el esfuerzo de los participantes que hicieron lo mejor de las dos dietas: “Independientemente del consumo de carbohidratos y grasas, los ayudamos a cambiar su relación con la comida“, dijo Gardner. “No comían en el coche, no comían en la biblioteca, no comían mientras caminaban. Visitaron más los mercados locales, cocinaron más comidas con su familia”.

Mientras lo meditas, piensa de qué manera comer te dejará satisfecho. Gardner nunca pidió a los participantes que cortaran sus calorías, pero lo hicieron, en general, y él piensa que la saciedad puede ser la clave. “Tal vez la prescripción de quitar calorías los hace sentir incómodos, desafiados y con hambre”, dijo. “Tal vez si solo dices ‘Come todo lo que quieras hasta que te sacies, pero come de esta manera hasta que te sacies‘ … Confiaría más en eso”.

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