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La dulzura de la lengua

Por Animal Gourmet

¿Cómo se prepara una mujer de la India para agradar a su amante? Como si fuera un delicioso dulce elaborado con suculentos ingredientes; de las ubres inflamadas de una búfala se extrae la preciada leche, que se transforma en suave y lúbrica mantequilla. Esta se clarifica pacientemente al fuego lento y para obtener una pasta se mezcla con polvos de arroz que le confieren una textura suave y frágil. Se endulza con miel y se aromatiza con cardamomo y azafrán para que enciendan la pasión del hombre, acelerando el flujo sanguíneo a la zona de la entrepierna; y también agua de rosas y pistaches para ser exquisita.

Esta receta es parte de una cultura ancestral que se transmite de generaciones en generaciones de forma oral, susurrada al oído como un secreto entre mujeres, como filtro infalible para atraer el deseo del hombre que ellas quieren. Además, deben de colocar un trocito de nuez moscada en su boca, para que sus besos sean fragantes y picantes y deben solicitar que otras mujeres les hagan tatuajes pasionales con los dientes, en puntos estratégicos de su cuerpo, para suscitar la imaginación de su hombre.

Parte de esta tradición oral está inspirada en un tratado antiguo sobre las artes amatorias y el comportamiento social de las cortes de la India conocido como el Kamasutra. El texto contiene una serie de preceptos y recomendaciones para el hombre y para la mujer, a fin de que cada uno encuentre la dicha del placer y los beneficios que quiera extraer de su amante.

Entre las recomendaciones, para ella, está la de saber preparar bebidas, platillos y dulces suculentos. Adornar el lugar de encuentro con flores y perfumarse a sí misma para ser irresistible. También sugiere tener a la mano papel y pluma para dibujar (cerca de su cama) y así pintar los momentos del encuentro carnal con la memoria fresca y regalar esas pinturas a su hombre. Muchas veces, esos bocetos eran utilizados por los pintores de las cortes Mughales para sus miniaturas, que eran muy apreciadas entre la nobleza india.

Muchas de esas miniaturas fueron generando una versión ilustrada del Kamasutra, y traducía en imágenes las complejas posturas que se llegaban a recomendar para lograr el máximo placer: ella arriba, él abajo, de lado, parados, con la boca, en fin… Algunas de ellas tenían una connotación gastronómica: el abrazo del sésamo y el arroz, el abrazo del agua y la leche, chupando el mango, el batido de la crema… Suenan suculentas todas.

El Kama-Sutra es un manual escrito en India hace más de mil 500 años. // Foto: Especial.

El Kama-Sutra es un manual escrito en India hace más de mil 500 años. // Foto: Especial.

Esa cultura sensual de Oriente llegó a México a través de la Nao de Acapulco. En esas grandes embarcaciones repletas de mercancías de Asia destacaba la seda, con la que se elaboraban calcetas, pañuelos, manteles y colchas. También alfombras persas.

De China llegaban abanicos, cajones, arcones, cofres, joyeros, peines, cascabeles y biombos. De las Molucas, pero también de Ceylán y Java, las deliciosas especias: pimienta, clavos aromáticos, canela, cominos, cúrcuma, cardamomo, en fin, aromas deliciosos que poco a poco penetraron en la culinaria de México. Además de los servicios de porcelana para los alimentos.

Para los habitantes de esas épocas, el maravilloso mundo sensorial del Oriente era atractivo y peligroso pues detrás de muchos de esos objetos de uso cotidiano era frecuente encontrar dibujos carnales, ilustrando posturas sexuales desconocidas pero que seguramente eran pecaminosas y estaban inspiradas en el diablo.

La Inquisición era muy severa con las personas que tenían esas imágenes, pues consideraba que eran tentadas por el demonio para elegir el camino del mal.

Las naos eran embarcaciones españolas que podrían transportar hasta 180 toneladas de mercancia provenientes de Oriente. // Foto: Especial.

Las naos eran embarcaciones españolas que podrían transportar hasta 180 toneladas de mercancia provenientes de Oriente. // Foto: Especial.

Pero los mexicanos fueron hábiles para esconder sus objetos profanos. Y muchos de ellos se dieron a la práctica de nuevas formas de placer en las que la cultura oriental estaba presente. La comida es ejemplo de ello: el arroz con leche perfumado con canela, la pasta de mole aderezada con ajonjolí, el arroz con comino, la pimienta molida en las salsas y guisados, en fin, todo un repertorio de condimentos que hacían la vida más sabrosa.

Además llegaron esclavos y esclavas de oriente que traían esa cultura sensual en su ADN y entre las famosas castas de la Nueva España los usos y costumbres para cocinar, pero también para amar y dar placer, se comenzaron a mezclar.

El resultado fue una sociedad mestiza y marcadamente sexual, alburera y rumbera que desde siglos atrás escandalizaba a las buenas conciencias, que trataban de reprimirla a golpe de sermones y autos de fe. Pero que finalmente supo cómo sacarle la vuelta y entrarle al parche.