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Para viajeros y glotones, los hoteles gastronómicos

Por Paloma García Castillejos

Aunque comer es una necesidad primaria independientemente del lugar en el que nos encontremos, el turismo ha visto cambios muy notorios en el consumo de alimentos de los turistas y su relación con ellos. Cada vez es más frecuente que la gente se desplace de un lugar a otro con la única motivación de probar la gastronomía endémica, y cada vez la exigencia de calidad en restaurantes y experiencias es mayor.

¿De dónde viene?

La realidad es que comer bien es una tendencia que llegó para quedarse, y en el mundo del turismo cada vez hay más competencia, aunque también hay una demanda más complicada. Hace unos años la gente viajaba en un formato masificado, donde las primeras necesidades eran sol y playa y la comida se reducía a satisfacer el hambre. Hoy las personas buscan placer que influya en todos sus sentidos, y la comida tiene esta cualidad.

Ya es más común encontrar hoteles en espacios distintos que ofrecen a los huéspedes experiencias completamente nuevas para ellos. La ventaja competitiva del sector radica en la originalidad del producto turístico y la percepción del turista sobre ellos. España, Francia e Italia comenzaron a desarrollar un modelo en el cuál se pudiera sacar provecho de la industria de alimentos con otros enfoques. Ahí nacieron las rutas de vino, el oleoturismo y todas esas segmentaciones que dan vida al turismo gastronómico.

Para no quedarse atrás, los establecimientos de hospedaje debían ofrecer mejores productos para los huéspedes. Generalmente, los turistas gastronómicos tienen poder adquisitivo alto, por lo que la expectativa también lo es. Se dejaron las papas fritas aguadas y las hamburguesas frías para desarrollar verdaderas aldeas culinarias dentro de los hoteles.

Vacaciones para amantes de la buena comida

Suite Preseidencial en Paradisus Playa del Carmen La Perla. Foto: Cortesía

La idea de hacer hoteles gastronómicos nació en España hace menos de diez años. Estos alojamientos son el lugar al que llegan amantes de la buena comida a hospedarse. El factor de diferenciación del resto es la alta cocina en los centros de consumo y la calidad del servicio. Se buscan ingredientes de proximidad y siempre van enfocados a resaltar la gastronomía local.

Existen hoteles gastronómicos de todos los tamaños e incluso todos los temas. En la Rioja Alavesa, por ejemplo, existe un hotel dentro del viñedo de Marqués de Riscal. Aquí el vino es protagonista en todas las actividades, incluso en el SPA y los masajes. 

En cuestiones de resorts de sol y playa, donde el modelo es todo incluido, resulta más complicado concebir la idea de un proyecto gastronómico de calidad. La idea de desarrollar estos All Inclusive, de hecho, era reducir costos y eficientar procesos con prácticas como la producción en volumen de comida.

Todo incluido, hasta buena comida

Echemos un vistazo a un caso en México. Hoy, la cadena Meliá tiene el producto Paradisus enfocado en crear una verdadera experiencia gastronómica para sus huéspedes. A este modelo le llaman Luxexclusive y tiene todas las ventajas de los todo incluido, pero con una calidad superior en los servicios.

Estos hoteles (Los Cabos, Playa del Carmen y Cancún) no solo dan importancia a la cadena de valor gastronómica en sus restaurantes, también desarrollaron un proyecto en el cual el huésped tiene acceso a distintas experiencias gastronómicas como maridajes y catas.

Como valor agregado, este hotel gastronómico propone clases de cocina  para los huéspedes. Si lo tuyo es pueblear, tiene alianzas estratégicas con operadores turísticos para hacer gastrotours por las ciudades. El objetivo es que la cocina sea el factor clave que haga la diferencia en la experiencia del cliente.

Para completar la experiencia sensorial, no se deja de lado la vista. Todos los centros de consumo están ambientados conforme al menú y esencia. No te olvides de buscar buenos cocteles en este tipo de hoteles. También hay mucha inversión y dedicación por parte de mixólogos que harán tu estancia en la playa mucho más agradable.

Si te animas y decides hospedarte en un hotel gastronómico, déjate consentir y aprovecha para comer y beber rico.