drag_handle
Aunque tenemos una lista interminable de especias y hierbas aromáticas para sazonar, las cocinas le son fieles a un producto: los sazonadores artificiales.

¿De qué están hechos los sazonadores artificiales?

Por Animal Gourmet

Tener tiempo para cocinar algo decente y rico es cada vez más difícil. Aunque tenemos una lista interminable de especias y hierbas aromáticas para sazonar, las cocinas le son fieles a un producto por su practicidad: los sazonadores artificiales.

Pocas cosas tan prácticas como agregar una cucharadita de fondo de res o un cubo de caldo de pollo para dar sabor a nuestros platos.

Sin embargo, es importante saber de qué están hechos.

Entre los ingredientes de un sazonador artificial sí hay ingredientes naturales, por ejemplo, cebolla y ajo.

Además tienen compuestos químicos -como el glutamato monosódico o el dióxido de silicio– que aportan textura o resaltan sabores y, en general, todos tienen grasas animales y sodio.

También te puede interesar:

La guía que necesitabas para comenzar a usar especias

Hierbas de olor para cocinar, sus variedades y cómo las puedes utilizar.

Es muy importante saber leer las etiquetas, pues ahí encontramos la lista completa de ingredientes y datos nutricionales. 

El orden de los ingredientes está basado en la cantidad, es decir, los que aparecen al principio son los componentes principales.

Como en todos los productos, hay diferentes calidades y tipos.

Hay desde sazonadores artificiales con menos sodio y más grasas animales, hasta algunos sin glutamato monosódico.

Principales sazonadores artificiales: caldo de pollo y láminas

El clásico cuadrito de caldo de pollo se utiliza para todo: preparar sopita de fideos, sazonar carnes e incluso espolvorear en ensaladas. Este es uno de los principales sazonadores artificiales en el mercado.

Un cuadrito, -según su marca comercial- contiene principalmente sal yodada, azúcar y glutamato monosódico.

Entre sus ingredientes naturales podemos encontrar grasa de res, grasa y carne de pollo (apenas 4.6%), cebolla, ajo, apio, pimienta y achiote.

También contiene varios potenciadores de sabor, por ejemplo, dióxido de silicio, inosinato de sodio y los ingredientes hidrolizados (los cuales pasan por un proceso químico que cambia su textura y aporta nuevas características).

Los potenciadores de sabor crean un proceso químico que separa los ingredientes en moléculas para hacer más perceptibles sus características. La sal, por ejemplo, es el potenciador de sabor por excelencia.

Todos los ingredientes y recetas utilizan potenciadores de sabor. El problema es el tipo de producto y la cantidad en que se utiliza para esto.

Además del clásico cuadrito de caldo de pollo también existen láminas sazonadoras destinadas a hacer “más ricos” productos como carne o pescado asados.  

Los ingredientes de estas láminas son grasa vegetal, sal yodada y aceite vegetal.

Entre los naturales se encuentran cebolla, tomate, albahaca, perejil y tomillo.

Cuadritos de caldo de pollo, uno de los sazonadores artificiales
Cuadritos de caldo de pollo artificial

El problema del sodio y el glutamato monosódico

El glutamato monosódico ha estado envuelto en distintas investigaciones acerca de sus beneficios y desventajas en la salud.  Sin embargo, la mayoría de los productos industrializados que consumimos lo contienen.

El glutamato existe naturalmente en muchos alimentos, como jitomates, queso parmesano, carne, setas secas, salsa de soya y una gran cantidad de frutas y verduras.

A lo largo de la historia, gente de diversos países ha consumido alimentos ricos en este componente. Por ejemplo, un plato clásico en la comunidad asiática es un caldo de algas rico en glutamato.

La industria añade a sus productos glutamato monosódico (GMS) para potenciar el sabor y conseguir el gusto a umami, el quinto sabor, que significa “sabroso” en japonés.

Lee:

-La historia y qué es el glutamato monosódico.

Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos y experta en seguridad alimentaria, explica que el glutamato no produce una adicción como tal, pero sí provoca que se nos antoje comer más cantidad de los alimentos que lo contienen porque tienen mejor sabor.

El problema es que regularmente estos alimentos son altamente energéticos, altos en grasa y azúcares añadidos, además de que la cantidad de sodio está por los cielos (el E-621, como también se le llama al GMS, contiene un 30% de sodio, el cual está relacionado con enfermedades cardiovasculares si se consume en exceso).

Justamente el sodio es otro problema. Consumir sal o cualquier sazonador siempre tendrá implícito un porcentaje de este elemento, pero hay que tener cuidado con los niveles de consumo.

Así como la sal, consumir sazonadores artificiales en exceso puede causarnos problemas en la salud como piedras en la vesícula, hipertensión y alteraciones cardiovasculares.

Cuando consumimos sales artesanales como la de Colima o Celestún somos menos propensos, pues no se añaden sustancias para alterarlas y el cloruro de sodio contenido en cada grano se forma de manera natural.

La cantidad excesiva de sal -y por ende de sodio- hace que la lengua se escalde, salivemos más y creamos que el sabor es bueno, pero en realidad lo que tenemos es una saturación, no una percepción adecuada de nuestra comida.

Las alternativas naturales

Haz el experimento de preparar un caldo de pollo casero y con él sazonar todos tus platillos. Es muy accesible en cuestión de precios y los ingredientes naturales sí harán una diferencia.

Añadiendo vegetales frescos puedes aprovechar todos los beneficios que tienen en lugar de solo tener una mínima percepción de sabor.

Existen especias y hierbas aromáticas de todos los tipos. Experimenta con ellas, agrégalas a tus recetas y sazona tus carnes con ellas.

Te darás cuenta de que hay un mundo entero de posibilidades más ricas que el sabor salado de los sazonadores.

Si necesitas un poco de ayuda, chécate nuestras ideas para utilizar hierbas aromáticas o el glosario de las especias más utilizadas.

Échale amor a tus platos y cuida tu cuerpo.