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Foto: Paloma García Castillejos

Amatenango del Valle: barro, mujeres y hornos visten con vajillas artesanales la cocina chiapaneca

Por Paloma García Castillejos

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Usos y costumbres. Así se rigen la mayoría de las comunidades rurales de los Altos Chiapanecos, región a la que pertenece Amatenango del Valle. La vocación de este lugar es alfarera y agrícola; la tradición dicta que las mujeres hacen los platos y los hombres cultivan lo que se pone en ellos. Pero de pronto existió la posibilidad de cambiar -aunque fuera un poco- el discurso de los oficios e integrar a todas las personas.

Paulina Jiménez nació en una casa donde, al igual que el resto del pueblo, su madre se dedicaba a trabajar el barro. Gracias a Dios somos puras hermanas mujeres, así se hace más fácil entre todas. Mi papá se dedicaba a sembrar y cosechar la milpa pero ahora mi esposo no se dedica al campo sino que nos ayuda en muchos mandados del taller de alfarería.

El camino entre Comitán y San Cristóbal de las Casas -misma que pasa por a Amatenango- tiene un panorama curioso. A pie de carretera se ven vasijas, platos, ranas y jaguares pintados a mano y hechos de barro rojo a manos de esta comunidad. Es la forma de obtener dinero todos los días y complementar los salarios que se obtienen, solo una o dos veces al año, en el trabajo del campo.

A una pieza le sacamos apenas lo que gastamos en la comida de un día… y nos tardamos en hacerla más de tres, con todo y el horneado.

Una tradición ancestral

vajillas artesanales amatenango del valle

Foto: Paloma García Castillejos

Las figuras, así como el modelado y técnica para esculpir en arcilla es un vistazo a la historia de la región y a su forma de interpretar el mundo.

De acuerdo con César Aceves, cocinero tradicional de San Cristóbal de las Casas e investigador etnográfico de la región, la vocación alfarera de Amatenango del Valle data incluso desde la era precolombina y, aunque no haya documentación ni evidencias al respecto, todo en las figuras de barro habla de usos y costumbres milenarias.

Tradicionalmente se modelan y pintan jaguares, el animal sagrado de los mayas; esta es la cultura madre de los tzetzales y ellos habitan en esta región. La ironía es que acá hoy no existe ese animal; entonces, el moldeado en barro responde a la relación ancestral entre los humanos, el cosmos y la naturaleza.

La variedad se ha ampliado con el paso del tiempo y hoy responde a otro tipo de necesidades más allá de evocar a seres supremos. Junto a los felinos moteados ya aparecen pistas del  mestizaje de la conquista: gallinas, lunas; vasijas decorativas, cruces cristianas y vajillas artesanales que completan el paisaje gastronómico en Amatenango del Valle.

Aquí el barro es rojo y se recolecta en las montañas, específicamente en un cerro que queda camino a la comunidad de Teopisca. Esta labor también responde a los usos y costumbres ya que solo son mujeres quienes la practican porque ellas saben cómo hacerlo mejor y en el orden social los hombres no participaban hasta hace muy poco, dice Aceves.

El taller de Paulina en Amatenango del Valle

Las hermanas Jiménez. // Foto: Paloma García Castillejos

Rodeado por una barda, pegada a un cerro y con suficiente espacio al aire libre está la casa de las cinco hermanas Jiménez. Son tres las casitas construidas: una funciona de bodega para los platos y figuras terminadas que están listas para vender; otra más es el taller de alfarería y la última y más pequeña es el espacio donde viven ellas, el esposo de Paulina y sus dos hijos.

El taller lleva por nombre Antzetik Spas, que en el lenguaje tzetzal significa mujeres que trabajan con las manos, aunque esta aseveración ya no es del todo cierta pues es de los primeros en donde el trabajo es colaborativo entre hombres y mujeres.

Cuando yo me casé, mi esposo Francisco se vino a vivir a la casa y decidió que iba a hacer crecer el negocio. Ahora él y los chiquillos nos ayudan a traer el barro y también a la hora de hornear las piezas.

Además de su ayuda en la elaboración, Francisco se dedica a vincular a las hermanas Jiménez para conseguir mejores ingresos por su trabajo. 

Antzetik Spas ha colaborado con la Escuela Nacional de Cerámica y también se ha vuelto conocido en la región porque trascendió a los usos y costumbres; ya no solo son mujeres, la y tampoco se elaboran solo piezas decorativas. De hecho, uno de los mejores ingresos los obtienen a través de la venta de vajillas artesanales y artículos de cocina.

Cuando hace sol y es la hora de descansar y comer un taco, la mesa se pone al aire libre para todos los que trabajan ahí; son de arcilla roja, pintados a mano los platos que se llenan con frijoles de la olla, guisados de chile simojovel, atole salado, huevito revuelto y tortillas recién salidas del comal.

El plato y lo que se sirve en él

vajillas artesanales amatenango del valle

Foto: Paloma García Castillejos

Conocimos a Paulina y a sus hermanas hace unos años porque nos gusta presentar a Chiapas tal como es y la loza es importantísima a la hora de servir comida, entonces buscábamos artesanos de la región; cuenta Kievf Rueda, chef del restaurante Tierra y Cielo ubicado en San Cristóbal de las Casas.

No son perfectos, ni uno igual a otro; a veces hay que regresar alguna pieza porque tiene algunos detalles pero en términos generales nos parece importante servir un mole ningüijuti o un tamal colado en platos que hagan sentido con la tierra en la que se cocinan.

Desde que existe la relación con Tierra y Cielo, la alfarería de Paulina Jiménez ha vestido más y más mesas donde la gastronomía mexicana es el hilo conductor, incluyendo la suya.

El contenido en los platos cambia poco; las tortillas de nixtamal y los productos de la milpa son los elementos principales que se ponen en ellos independientemente de la forma en la que estén cocinados o la técnica culinaria que se haya utilizado.

Un oficio que sobrevive al paso del tiempo en Amatenango del Valle

vajillas artesanales amatenango del valle

Foto: Paloma García Castillejos

El proyecto de alfarería en Amatenango del Valle no solo se queda en vajillas u ornamentos. Desde la participación con la ENC, existe interés por profesionalizar a los artesanos de la comunidad y mejorar su calidad de vida.

La idea principal tiene que ver con el manejo de los hornos y temperaturas; esto con la intención de disminuir los riesgos de trabajo que puedan tener quienes practican la alfarería. Al igual que Francisco, ya son varias las personas de la comunidad que han sido capacitadas para construir infraestructura que permita el trabajo artesano pero al mismo tiempo facilite las labores finales.