Si te dicen tamal, piensas en un tamal relleno de cerdo y salsa verde, ¿no? O en uno de mole con pollo o de rajas con queso (ay, ¡qué rico!). Hay muchos tipos de tamales (no sólo en México sino en Latinoamérica), con rellenos, salsas y envoltorios distintos; incluso algunos tienen nombres curiosos, como los tamales tontos.
Se llaman tontos porque no tienen relleno. Nada. Ni carne, ni vegetales ni queso; ni siquiera salsa. Así les llaman en algunas comunidades de México, como en la zona mazahua del Estado de México, en Milpa Alta (CDMX), en Tlaxcala y en otros lugares. ¿Y por qué sin relleno? Porque su misión es acompañar moles, pipianes, salsas o incluso caldos. Se hacen para sustituir las tortillas y, la verdad, es una gran idea porque le aportan textura y sabor al mole.
Dependiendo de la región, los tamales tontos también pueden llamarse tamales blancos o tamales largos, según Larousse Cocina; aunque dependiendo de la región, pueden ser un poco distintos.
Los tamales blancos, por ejemplo, no sólo no tienen relleno sino tampoco tienen condimentos: es sólo la masa cocida con un poco de manteca y sal. En Tlaxcala a estos tamales se les llama tamales largos por su forma (son muy delgados y largos). En Sonora son más comunes los tamales tontos para acompañar chile colorado. En Milpa Alta (CDMX), los tamales tontos también son conocidos como tamalates y se sazonan con anís o con frijol (frijol molido mezclado en la masa), son pequeños (de apenas un par de bocados) y se utilizan para acompañar el mole.
En algunas regiones, como en la comunidad mazahua (Estado de México), los tamales tontos tienen un carácter ritual, forman parte de las celebraciones de la siembra, se ofrecen en los velorios y se colocan en las ofrendas de Día de Muertos.