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Marisol entre mandarinas/ Ilustración de Andrea Paredes @driu.paredes

Marisol, la mujer migrante que ayuda a visibilizar el trabajo de campo en EUA

Por Paulina Figueroa

“Me paso de 5 a 6 horas tijereando” dice Marisol Mariano a sus más de 140 mil seguidores en TikTok, mientras muestra cómo cosecha las mandarinas que más tarde serán exportadas. Cubierta de pies a cabeza, para protegerse de los rayos del sol, esta mujer migrante de 33 años ha trabajado en los campos de Estados Unidos por más de 10 años.

En 2023, había 10.9 millones de migrantes de nacionalidad mexicana en Estados Unidos, de acuerdo con el Instituto de Política Migratoria (MPI, por sus siglas en inglés), entre ellas se encuentra Marisol quien llegó a California, EUA, a los 17 años pagado 6 mil dólares (124 mil pesos aproximadamente).

Como muchas otras historias de mujeres migrantes que conocemos, la vida de Marisol no ha sido fácil ni en Estados Unidos ni en México. Llegó a Fresno, California, huyendo de Morelos después de haber maternado, desde los 8 años, a sus tres hermanos menores. 

Su primer encuentro con el campo fue a los 17 años, recién llegada a Estados Unidos.

“Al tercer día (de haber llegado a EUA) me presenté al trabajo, de hecho fui a la poda de uva. Recuerdo que me dio escalofríos, temperatura, dolor de cuerpo, yo no quería ir a trabajar ahí porque yo era algo que yo no conocía, que yo nunca había hecho”.

La migración hacia EUA

Marisol Mariano en México/ Foto: Cortesía

Actualmente, trabaja en los campos de Estados Unidos cosechando la fruta que llega a nuestras mesas: mandarinas, cerezas, chabacano, durazno, uvas. Un trabajo mal pagado que le provoca constantes dolores, moretones y caídas. 

Mariano pizca las frutas por temporadas, a la fecha en la que se publica este artículo se encuentra trabajando en los campos de mandarina. En algunos de sus videos virales de TikTok, se le ve cargando un morral de 50 libras (22 kilos). Para llenar una caja de mandarina necesita 23 morrales, lo que da un total de mil 150 libras (521 kilos). 

Por cosechar una caja de mandarinas la empresa en la que trabaja paga 55 dólares (1,100 pesos aproximadamente), por cinco horas Marisol alcanza a hacer dos cajas y a la semana diez, esto si el clima, sus cuatro hijos o su cuerpo se lo permiten. Sus ingresos en el campo no le dan para cubrir todos sus gastos y los de su familia por lo que ha encontrado en las redes sociales un forma de generar un ingreso extra.

Sus videos también se han convertido en una forma de visibilidad para ella y otras mujeres migrantes que al igual que Marisol se encargan de llevar la fruta a la mesa.

Marisol afirma que la pizca más pesada es la de uva, una góndola (una especie de cubeta) se paga en tan solo 20 dólares (400 pesos aproximadamente).

Marisol Mariano, mujer migrante mexicana

Marisol en lo campos de mandarina/ Foto: Cortesía

Venimos a luchar para tener un futuro mejor

Marisol nació en Guerrero pero después de la separación de sus padres, su madre la llevó a Morelos, de donde tiene todos sus recuerdos de México. 

Una niña a cargo de sus hermanos a los que hay que cuidar y darles de comer mientras la madre pasa todo el día trabajando, es la realidad que se vive en México y de la que fue parte Marisol de niña.

Como dice la escritora Daniela Rea en Fruto (Antílope 2022) “la vida de la infancia es muchas cosas menos un espacio de inocencia”.

“Salía a las 5:30 am y llegaba oscureciendo del trabajo. Casi no la veíamos. Siempre se la pasaba en el trabajo y nosotros pues en la casa. De hecho, había una tía que nos cuidó una parte de mi niñez, pero después nosotros crecimos solos porque mi tía nos pegaba mucho”.

De acuerdo con las cifras más recientes del INEGI (cuarto trimestre de 2023), tres de cada diez mujeres en México que reportan ser madres también son jefas de hogar, es decir, 11.5 millones. Eso significa que, en todo el país, tres de cada diez hogares (33 %) son encabezados por ellas.

A pesar de la carga de cuidar a tres niños menores, Marisol recuerda aquellas épocas con felicidad, en donde la comida hecha por su madre se quedaba sin probar porque la calle la llamaba para jugar.

“Salíamos a jugar fútbol. En las navidades mi mamá compraba piñatas y comida […] nos desvelábamos hasta las 12:00 am jugando con los niños de la colonia. Todos éramos de la misma edad”.

Marisol y familia

Marisol al frente con su familia/ Foto: Cortesía

No entra en detalles pero me hace saber que durante su niñez y adolescencia “hubieron muchas cosas que no debieron de haber pasado” que de grande la dejaron marcada. Ese secreto fue una de las principales razón por las que decidió dejar Morelos y cruzar sin documentos la frontera de México y Estados Unidos.

Con 17 años, Marisol caminó por cuatro noches sobre “la línea”, recuerda haber escuchado helicópteros sobre ella. Son pocos las memoria que tiene de aquella primera vez que la hicieron llegar a una tierra totalmente desconocida pero que le daría la oportunidad de comenzar una nueva vida.

“Muchos piensan que venimos hacer males, sí hay gente que viene nada más a hacer desastres, pero no todos somos iguales. Nosotros venimos a luchar para tener un futuro un poquito mejor que en nuestro país de origen”.

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Ser una mujer migrante no es ilegal

A los pocos meses de haber llegado a Fresno, California, Marisol se convirtió en madre por primera vez de un varón. Después se enamoró de un hombre mexicano del cual fue víctima de violencia doméstica y que la llevó de regreso a México a los 20 años, convirtiéndose nuevamente en madre ahora de una niña.

Tras la falta de apoyo económico por parte del padre de su hija decidió terminar la secundaria y trabajar en un servicio de seguridad privada en México (un empleo que en la actualidad ofrece un sueldo de 9 mil pesos al mes), ingresos que no le permitían cubrir los gastos de sus dos hijos y el de ella.

En diciembre de 2014, emprendió nuevamente la travesía de cruzar la frontera, pero esta vez con el corazón roto de dejar a sus hijos de 2 y 4 años a cargo de su madre.

Marisol Mariano

Marisol entre mandarinas/ Ilustración de Andrea Paredes @driu.paredes

Cruzar la frontera en 2014 tenía un costo de 8 mil 500 dólares (175 mil pesos aproximadamente), un precio muy alto que va más allá del dinero. Marisol era la única mujer dentro del grupo de personas migrantes con el que caminó por la frontera hace 11 años. 

El frío del invierno calaba los huesos, el agua se había agotado y solo quedaba líquido de los charcos de los días de lluvia. Marisol estaba nuevamente en EUA con el corazón partido entre dos tierras. 

“Se siente muy feo dejar a tus hijos porque yo recuerdo esa vez, que ya sabía que me iba a venir, despertarme en la madrugada porque me tenían que llevar a la terminal y ver a mis hijos acostaditos durmiendo ahí. Se siente un dolor tan feo saber que yo los iba a dejar porque nunca me había separado de ellos, pero yo le dije a mi mamá, ‘voy a echarle ganas y voy a voy a mandarlos a traer’”.

Le tomó solo un mes juntar el pasaje para reencontrarse con su hijo, quien es ciudadano americano, haciendo más sencillo el proceso. Caso contrario al de su hija, quien nació en México y no contaba con papeles en regla al igual que ella. Por un año, Marisol juntó el dinero para mandar traer a su hija de dos años la cual ya no reconocía a su madre. El deseo de volver a tener a su hija entre brazos la motivó a pedirle a su madre que la entregara en Tijuana a desconocidos que la ayudarían a cruzar la frontera.

“Me encomendé mucho a Dios. Y sí puedo entender perfectamente a los padres que dicen, ‘No, no la voy a mandar a traer’ y dejan que los hijos crezcan allá por ese miedo. Pero también había otra cosa, no iba a crecer conmigo y a veces te agarran coraje”.

Un reporte de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) reveló que, tan sólo de 2020 a 2023, aumentó 312% el número de niños, niñas y adolescentes no acompañados detenidos en la frontera sur de Estados Unidos, al pasar de 33 mil 239 casos a 137 mil 275.​

Marisol cumplió su sueño de tener a su pequeña y educarla. Cinco años después se convirtió nuevamente en madre de una niña, y cuatro años después de una más. En la actualidad sus hijos tienen 14, 12, 7 y 3 años. Solo la niña de 12 años es de nacionalidad mexicana. 

Llevar a las redes sociales el trabajo del campo

Las redes sociales se convirtieron en una gran oportunidad para Marisol, a la fecha de esta publicación cuenta con más 147 mil 800 seguidores en TikTok y más de 91 mil en Facebook.

Su perfil @marisolmariano33 cuenta con una comunidad que le demuestra, en cada video publicado, admiración y respeto por su trabajo en el campo.

“Cuando me como una fruta siempre me acuerdo de ella” es uno de los cientos de comentarios que se pueden leer en sus videos que mayormente son en el campo, pero también comparte su rutina en casa y  recetas de cocina.

“Yo grabo allá en el trabajo, traigo el contenido, lo edito, veo la forma que a mí me parece y lo subo. Al principio yo no hablaba porque a mí me daba pena. Nada más le ponía música y sí me grababa piscando pero no hablaba y así poco a poco se me fue quitando la pena”.

Comenzó a crear contenido a inicios de 2024 y con el paso de los días llegaron sus primeros seguidores. Recuerda que aquellos primeros videos duraban mucho tiempo.

Migración hacia EUA

Marisol sosteniendo la mandarina que cosecha/ Foto: Cortesía

La llegada de Trump y el miedo a la deportación

Marisol tiene más de 10 años viviendo en Estados Unidos junto con sus cuatro hijos, extraña a su madre a quien sueña poderla abrazar de nuevo. Desea que en un futuro todos sus paisanos puedan regular su situación migratoria y así poder regresar a México. 

La llegada de Donald Trump nuevamente al poder ha traído mucha incertidumbre y miedo para millones de migrantes que están allá. 

“El miedo de que van y se meten a las escuelas, el yo irme al trabajo, el no saber qué puede pasar con mi hija si se la están llevando y yo no esté presente o que yo salga al trabajo, mis hijos me estén esperando y que su mamá no regrese, porque aquí en la casa la única que está presente soy yo”.

México recibió a 10 mil 964 migrantes deportados desde Estados Unidos desde el 20 de enero, cuando Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos por segunda vez, de los cuales 8 mil 425 fueron compatriotas y 2 mil 539 de otras nacionalidades, dijo el 7 de febrero la presidenta Claudia Sheinbaum.

En la administración de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), llegaron hasta 6 mil 500 migrantes deportados a la semana desde Estados Unidos, según cifras oficiales.

Mujeres migrantes

Manifestación de migrantes en California/ Foto: DAVID BACON/CUARTOSCURO.COM

Hay una deuda histórica para las mujeres

El regreso de los migrantes a su país de origen atraviesa muchas problemáticas que van mucho más de abrirles los brazos de “regresar a casa” ¿casa? un país que no te reconoce como mexicana por no hablar el mismo idioma, en el que no hay oportunidades laborales dignas para las mujeres, un país que le da la espalda a las madres autónomas, que no sabe cómo detener la violencia de género.

Marisol Mariano es el rostro y la vida de una mujer migrante, madre autónoma, sobreviviente de violencia de género, pero sobretodo mujer. Salir a las calles este 8M es por ella y por las que no llegaron porque NO LLEGAMOS TODAS NOS FALTA ASTRID, TERESA, FÁTIMA, CLAUDIA, ESTHER, DEBANHI, INGRID Y LAS MUJERES QUE A DIARIO SON VICTIMAS DE FEMINICIO.

Agradezco a Marisol haberme compartido su historia. Deseo que llegue el día en que pueda vivir sin miedo y esté de regreso en Morelos abrazando a su madre y brincando con los Chinelos.