De aroma dulce y especiado, el café de olla se ha ganado a casi cualquier persona que decide probarlo. Su sabor casero y la sensación de nostalgia y tranquilidad, es tan solo uno de sus pequeños beneficios. Pero ¿de dónde viene? ¿a quién se le ocurrió esta genial idea? Conoce un poco más de la sorprendente historia del café de olla.
El café de olla es una bebida dulce y especiada, que proviene de África y el Medio Oriente/ Shutterstock
A pesar de sentirse tan mexicano, no lo es. El café de olla llega desde África hasta México y aunque todos creen erróneamente que lo tomaba Moctezuma, la realidad es que se popularizó hasta la Revolución Mexicana.
La llegada del café a territorio mexicano se dió a mediados del siglo XVIII, aproximadamente en el año 1740 a través del Puerto de Veracruz. Junto con el producto, llegaron también ideas de cómo prepararlo.
El café de olla realmente se podría decir que es africano, nacido en Etiopía y llevado al Medio Oriente, en donde se servía un café muy tostado con sabor intenso a caramelo y colores oscuros junto con algunas especias.
El café llegó desde África a través de los conquistadores españoles, quienes llevaron consigo en los años siguientes plantas con este fruto/ Shutterstock
Comino, cardamomo, canela y clavo, todas molidas, podrían ser parte de la preparación que se servía en un pocillo de barro. En aquel momento era un producto caro, que no cualquiera podía tener acceso a este.
Esto explicaría porque tardaría hasta la Revolución Mexicana para ser una preparación accesible para la mayoría de la gente.
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Durante la Revolución Mexicana es que se popularizó por ser una bebida barata y muy energetizante/ Francisco Rangel
Con la llegada de la Revolución a México, el café se consolida como una bebida emblemática en el país. Los soldados y revolucionarios necesitaban una bebida caliente, energética y fácil de preparar para mantenerse activos.
Para ese momento el café se había convertido en un producto accesible. Lo mismo que la canela, especie que ya contaba con diversos cultivos en Veracruz, Chiapas y Tabasco.
Por lo que la preparación original del café de olla se podría replicar con algunos elementos. Además, adaptaron la receta original para endulzar de acuerdo al paladar mexicano, aquí entra el piloncillo.
Proviene de África y en México se popularizó como una bebida fácil de preparar y barata/ Shutterstock
Con ello nace el café de olla, como lo conocemos en México. Preparado en olla de barro al fuego directo, esta bebida brinda el confort y alivio momentáneo que los revolucionarios necesitaban.
Pero no podemos dejar de lado, un personaje esencial en la Revolución Mexicana. Encargadas de nutrir a los combatientes, curarlos y luchar si fuera necesario.
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Conocidas como las “adelitas”, estas eran mujeres que fungieron un rol principal durante la Revolución Mexicana. Creadoras del café de olla como lo conocemos en la actualidad.
Las “adelitas” eran mujeres que provenían de comunidades rurales, con la intención de sumarse a la causa. Encargadas de la preparación de la comida, las “adelitas” crearon el café de olla al añadir piloncillo y canela, para darle un toque dulce y especiado.
Las “adelitas” fueron las inventoras del café de olla durante las campañas de la Revolución/ Shutterstock
La receta original obtuvo un toque casero y se convirtió en un símbolo, pues se tropicalizó su preparación y alejó del estilo europeo, algo por lo que los revolucionarios mexicanos también pelearon, identidad cultural.
La historia del café de olla tiene que ver con las entrañas del nacimiento del país como lo conocemos hoy en día. Fiel bebida caliente que dio a las tropas revolucionarias la energía suficiente para el combate.
El café de olla a partir de este hecho, se popularizó y convirtió en parte de lo que definimos como “tradicional mexicano”, pues ahora forma parte del menú de zonas rurales y mercados.
Más allá de un producto, la historia del café de olla consolida un símbolo de costumbre e identidad mexicana.
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