drag_handle

El italiano que crece como la espuma: Prosecco

Por Mariana Toledano

Nos gusto solo, no en copa tipo flauta sino en la denominada Pompadour abierta, divina y llena de burbujas. Así nos gusta el Prosecco.

No solía ser el más popular de la familia de los espumosos pero los últimos años ha demostrado lo contrario, y las ventas de Prosecco se disparan, incluso en Europa, cuna también del Champagne, al cual hoy, su pariente italiano, con una acidez muy clara, amable para beber y con baja graduación alcohólica, le ha venido a montar una competencia directa.

Para ser Prosecco debe ser de la región de Veneto, zona que otorga el distintivo de Denominación de Origen Controlada (DOC) del que el Prosecco goza desde el año 2009 y hoy, en provincias como Padua, Treviso, Venecia, Vicenza y Belluno, más de ocho mil bodegas producen los más de 200 millones de botellas de este espumoso italiano apreciado cada vez más en las mejores mesas del mundo.

El Prosecco es un vino italiano que se elabora a partir de la varietal de uvas denominada Glera, antes conocidas como uvas Prosecco. Esta uva, a pesar de ser común en varias regiones de Italia, en caso de tratarse de un verdadero Prosecco, debe derivar de la denominación de origen específica.

Se remonta al esplendor de la civilización romana el gusto y aprecio por las vides de la localidad de Prosecco de las que se obtenía el vino “Puccino“, quizá el antepasado más remoto del hoy conocido y popular espumoso italiano -y para algunos el padre del cava y el Champagne- y es hasta entrado el siglo XVIII, avanzando la enología europea, que nace la “spumantizzazione”, este mágico proceso de creación de burbujas del Prosecco.

Se le cree un vino barato y entre muchos de no gran calidad, pero la popularidad del Prosecco ha crecido exponencialmente en los últimos años y hace mucho que dejó de ser un sustituto de la champaña, prioritariamente por el precio.

Hoy el Prosecco tiene un muy merecido lugar en el mercado con productores que han sofisticado sus procesos, inyectado innovación y calidad y apartando este esposo del anterior vino apenas distinguible del denominado asti spumante producido en Piamonte, dulce y poco protagónico. Las técnicas de producción han mejorado y al contrario que sus competidores y familiares, la champaña francesa y el cava español que utilizan el método champenoise para su elaboración, el Prosecco nace del método Charmat o método italiano, con una segunda fermentación en tanques de acero inoxidable.

Los hay Proseccos totalmente espumosos -spumante- o, en menor medida burbujeante -frizzante, gentile-. y en función del dolor de los mismos se les denomina “brut”, “extra seco” o “seco”.

De este delicado espumoso han nacido estrellas de la barra de los mejores bares del mundo como el Bellini, bebida clásica veneciana que combina al vino espumoso y con jugo de durazno o melocotón, o, en plan más amargo, el famoso coctel Spritz, con Prosecco, Campari, agua mineral y hielo.