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Cookisto, una nueva forma de comer en Grecia

Por Animal Gourmet



Para preparar una cena tradicional hace falta comprar la comida y cocinarla. Si falta el tiempo, o las ganas, también se puede ir a un restaurante. Pero, ¿qué pasa si alguien que vive en una calle cercana ha preparado más de lo que necesita y está dispuesto a compartirlo por un módico precio? Eso ya está ocurriendo en Atenas, la capital griega.

Es hora de que Marilena Zachou se levante, tome un café griego, alimente a sus niños y los mande a la escuela. Cuando la tranquilidad y el silencio llegan, aproximadamente a las 10 de la mañana, comienza a cocinar. Hoy es día de moussaka, el tradicional plato mediterráneo a base de berenjenas.

Fríe cuidadosamente las cebollas y el cordero en aceite de oliva. Agrega pimienta, sal, pimentón y tomate e inhala el aroma que invade su cocina y se escapa por las ventanas hasta salir a la calle.

Escribe en internet los detalles del plato y espera frente la pantalla mientras la gente del área ordena sus porciones.

Hoy no se desperdiciará la comida, la cena de su familia será compartida con al menos otras cinco personas del barrio ateniense de Marousi. Al mediodía, el plato se ha vendido por completo y en ese momento anota las direcciones en donde deberá llevar las porciones después.

Este ritual mañanero no es exclusivo de Zachou. Está sucediendo en toda Atenas.

Trabajadores de oficina, estudiantes y padres con múltiples ocupaciones se conectan a través de la red con cocineros locales -cualquiera que ame cocinar y pueda hacerlo bien- que ofrecen comida por mucho menos de lo que estarían dispuestos a pagar en cualquier otro lugar. En Atenas, el precio oscila entre los tres y cuatro euros (de US$4 a US$5).

“Yo nunca pude calcular las porciones correctas para mi familia”, explica Zachou. “No tenemos perro ni gato. Estaba desperdiciando mucho. Supongo que hacer demasiada comida viene con mis genes griegos”.

Eso fue lo que la llevó a Cookisto, una comunidad en línea de cocineros aficionados y residentes citadinos hambrientos.

Comida de mamá

“Ahora puedes verlo en el auge de los grandes negocios como Zipcar, que ofrece a los miembros la oportunidad de compartir autos por tiempo, o Airbnb, que permite alquilar las casas propias a los viajeros.
“Pero el beneficio del consumo colaborativo es social. En una era en la que las familias están dispersas y en la que puede que no conozcamos al vecino de enfrente, el compartir cosas, aunque sea con extraños que acabamos de conocer en internet, nos permite hacer conexiones significativas”.

Ahora Marilena es una Cookista y sus comidas son calificadas todos los días en el sitio web, en el que tiene un perfil. Al parecer, su moussaka “no tiene exceso de grasa, siempre se hace con productos de alta calidad y tiene un sabor perfecto”. Ella es, de acuerdo a quienes comen su comida, no sólo un ama de casa sino también un chef de cinco estrellas.

El sitio ha atraído a 12.000 cocineros en Atenas en los últimos meses. Lo que comenzó como una tesis de maestría (en la forma de un plan de negocios) del entonces aspirante a empresario, Michalis Gkontas, se ha convertido en una realidad en la Grecia golpeada por la crisis y también en Londres, Reino Unido.

“Todas las partes ganan”, dice Gkontas. “Los cocineros ganan un poco más, mientras que los amantes de la comida obtienen platos caseros y nutritivos mucho más baratos”.

Él es uno de los muchos jóvenes griegos que han optado por los emprendimientos personales a raíz de la subida del desempleo a la asombrosa cifra de 27,9% y la rápida reducción del sector público, que por mucho tiempo fue la elección natural para muchos recién graduados.

El dinero extra que Zachou hace a través de Cookisto, unos 200 euros (US$270) al mes va directo al supermercado.

“No es un asunto de dinero”, dice. “Siento que estamos juntos luchando en medio de la crisis. Muchos estudiantes tienen dificultades para llegar a fin de mes. He estado allí… harta de comer pan y comidas para llevar. Es bueno que pueda proporcionarles platos que cocinarían sus madres por muy poco dinero”.

Todo esto es parte de lo que la consultora de innovaciones con base en Sidney, Rachel Botsman, llama a la “revolución” del consumo colaborativo o la economía del compartir. A partir de la crisis financiera global, “la gente ha vuelto a los viejos comportamientos del mercado que implican confianza: intercambio, partición, alquiler, trueque”, asegura.

Cookisto acompaña a compañías como Airbnb (que ofrece cama y desayuno), Lyft (viajes compartidos), LiquidSpace (alquiler de espacios) y TaskRabbit (entregas y diligencias), que conforman un espacio de internet en donde la confianza y la credibilidad es crucial para el éxito. Las críticas lo dicen todo.

“Los monos nacen y son criados para compartir y cooperar”, dice Botsman. “Estos sitios generan un nexo social de confianza entre extraños. En definitiva, está ocurriendo un cambio: de la confianza institucional a la confianza grupal”.

Retomar la confianza

El oficinista Dimitris Coustas compra al menos un almuerzo de Cookisto casi todas las semanas.

“Los cocineros entregan platos hechos por ellos mismos”, dice. “A veces incluyen un postre gratuito para fomentar la elección una próxima vez. Es curioso, a veces las amas de casa preguntan a los clientes si le han comprado comida a cualquier otra persona en el sitio y averiguan los precios que ofrecen. ¡Creo que hay un poco de competencia!”.

Cookisto no tiene forma de controlar la higiene de las cocinas o la frescura de los ingredientes, pero insta a los usuarios a escribir comentarios honestos.

“Al principio sentía que era riesgoso pedir comida de alguien que no conocía”, dice Coustas. Uno piensa, “¿Quiénes son? ¿A qué sabrá la comida? ¿Y si me cae mal? Hay una enorme confianza involucrada”.

En Grecia, la comunidad Cookisto se ha ampliado fuera de Internet, pues los usuarios organizan tertulias y sesiones de para intercambiar opiniones. Evangelia Tavladoraki, politóloga de profesión, dice que ser parte de esa comunidad la ha ayudado a recuperar la confianza, en medio de las altas cifras de desempleo.

“Cada día me siento orgullosa de ayudar a los demás. Y la mejor recompensa que puedo obtener es que las personas me digan cuánto les gusta mi comida”, dice. “Este es otro camino que he tenido que recorrer por causa de la crisis. No estudié cocina. Pero me hace sentir optimista”.

Ella incluso está considerando la posibilidad de abrir su propio negocio. Su pollo agridulce se vende en minutos, lo que parece indicar que la demanda de comida étnica en Atenas supera a la oferta.

Aunque Gkontas dice que se le ocurrió Cookisto “para resolver su mayor problema diario: el acceso a una deliciosa comida casera”, Nikki Finnemore, que maneja el lanzamiento en Reino Unido tiene mucho interés en destacar que este mercado de persona a persona es mucho más que un almuerzo o una cena.

“Al igual que Airbnb no se trata sólo de alojamiento sino de amistad, Cookisto no se trata sólo de alimentos sino de unirnos como una comunidad y compartir los frutos del trabajo y la creación”, dice.

“Es la experiencia de confiar en un extraño para que cocine su próximo menú y de luego reunirse para un intercambio cara a cara”.

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