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Alberto Salas, el "padrino" peruano que quiere salvar al mundo con la papa

Por Animal Gourmet


El ingeniero Alberto Salas no puede girar la cabeza hacia ningún lado. Su lesión en las cervicales, fruto de una caída, es sólo una de las tantas padecidas a lo largo de una vida dedicada a la búsqueda de especies silvestres de papa.

El agrónomo peruano de 71 años, conocido en el Centro Internacional de la Papa en Lima como “el padrino de la papa”, lleva más de medio siglo consagrado al estudio del cultivo que, asegura, ayudará a la humanidad a sobrevivir el cambio climático.

Las especies silvestres contienen genes que pueden ser incorporados a los cultivos de papa para hacerlos resistentes a sequías, heladas o mayores temperaturas.

Estas papas se distribuyen en América a lo largo de unos 4.000km. “Es una inmensidad de diversidad genética, y además estas papas ya han soportado muchos cambios en el clima”, le dice Salas a BBC Mundo.

“La papa va a ser el primer cultivo del mundo. Tiene una gran plasticidad, y acuérdense que otros cultivos como el arroz y el maíz necesitan una enorme cantidad de agua”.

Montañas y ríos

El término quechua “Pakkarik” o aparición es usado para describir el hallazgo de nuevas variedades.

Rastreando y recolectando papas silvestres, Salas recorrió desde Arizona hasta el norte de Chile y Argentina.

“He recorrido el suroeste de EE.UU., México, todos los países centroamericanos, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela”, dice a BBC Mundo el agrónomo del CIP.

En sus travesías vadeó ríos en troncos y a caballo y subió múltiples laderas de la cordillera de los Andes.

En una ocasión el río tumbó su caballo. “Tenía mi mochila con mi herbario que me sirvió de flotador y me salvó la vida”.

En Puno, sufrió una fractura en un brazo y perdió el conocimiento.

“Vi una plantita cerca de un abismo, salté dos metros para llegar a ella y el lugar donde caí se desmoronó”.

Pero tal vez los peligros más graves los enfrentó durante los 80 y 90, cuando fue detenido cinco veces por Sendero Luminoso, episodios de los que hoy no quiere hablar demasiado.

“Prefiero ya ni recordar. Estábamos en lugares muy alejados. Ha sido una época muy terrible, fue cuando la periodista ecológica Bárbara D’Achille fue asesinada en los Andes”, cuenta.

Niñez a 3.300 mts

El trabajo de recolección de Salas es parte de una tradición que incluye a investigadores legendarios como el ruso Nikolai Vavilov, asesinado por el régimen de Stalin, el italiano Antonio Raimondi, el estadounidense David Spooner, con quien Salas ha recolectado en muchas ocasiones, y otro científico peruano conocido a nivel internacional como el “Indiana Jones de la papa”, el botánico y explorador Carlos Ochoa, quien falleció en 2008.

Charles Darwin también recogió papas silvestres en Chile y en su libro “Viajes del Beagle”, describe como “notable” que la planta se encuentre desde montañas donde “no cae una gota de lluvia por más de seis meses, hasta los bosques húmedos de las islas del sur”.

En el caso de Salas, su pasión por la papa nació en la niñez, cuando ayudaba a sus padres agricultores.

“Yo nací en Coracora, Ayacucho, 3.300 mts sobre el nivel del mar”, relata Salas.

“Las papas crecen en los cerros donde íbamos a jugar, nos repartíamos una ladera de un cerro a ver quién recogía más tubérculos de papas silvestres”.

Ancestros de la papa

Muchas de las papas silvestres “son los ancestros, o sea, los padres de las actuales papas cultivadas”, explica Salas.

Los pobladores de los Andes comenzaron a domesticar el cultivo hace más de 10.000 años a partir de esas papas silvestres.

“Eran nómades que recolectaban frutos, lo que está en la parte aérea de la planta. Pero de mayo a diciembre no hay frutos, y comenzaron a buscar raíces y tubérculos para su alimentación, entre ellos la papa”.

Se estima que existen actualmente más de 150 especies de papas silvestres y más de 4.000 variedades de papa cultivada.

Salas ha descubierto y redescubierto muchas especies silvestres, y recuerda especialmente una que se consideraba desaparecida en Panamá, Solanum woodsonii.

“En la selva de Panamá, cerca del volcán Barúa, buscábamos una aguja en un pajar entre tantas plantas. Después de 15 días, subiendo un sitio muy escarpado, redescubrimos después de casi 60 años a la Solanum woodsonii. Bailamos y cantamos, la alegría inmensa de descubrir una especie es indescriptible”.

Amenazas

¿Por qué es tan importante recolectar especies silvestres?

“Suele haber mucha más diversidad genética en los parientes silvestres que en las plantas cultivadas, diversidad que quedó atrás durante el proceso de domesticación”, explica el científico Luigi Guarino, del Global Crop Diversity Trust, Fondo Mundial por la Diversidad de los Cultivos.

El Dr. David Ellis, jefe del banco de genes del CIP, dice a BBC Mundo que “las especies silvestres contienen genes que confieren resistencia o tolerancia a muchas características que pueden ser importantes especialmente ante el calentamiento del clima”.

Las amenazas del cambio climático a la papa cultivada son múltiples, según Ellis.

“El calentamiento está permitiendo que pestes que son agentes de transmisión de enfermedades de la papa sobrevivan a mayor y mayor altitud”.

“Aparición”

“La domesticación que se inició hace 10.000 años continúa. Los frutos caen al suelo, con las lluvias germinan las semillas y la siguiente cosecha el agricultor va a recoger nuevas papas. Ellos dicen que han aparecido nuevas papas, hay un término quechua que se llama, “pakkarikk”, que significa aparición, ellos seleccionan como lo han hecho hace diez mil años”.

Las variaciones se están volviendo además más drásticas, con “heladas más tempranas y temperaturas y sequías extremas”.

“El mensaje básico es que necesitamos papas que puedan soportar más pestes y enfermedades, calores más intensos, más sequías y también mayores heladas, a medida que el cultivo es empujado por las pestes desde zonas menos bajas a lugares más elevados”.´

Muchas características de especies silvestres se han incorporado a papas cultivadas, incluyendo resistencia al que sigue siendo su mayor enemigo, una enfermedad conocida como el tizón tardío, causante de hambrunas que dejaron más de un millón de muertos en Europa en el siglo XIX.

Otro ejemplo, apunta Salas, es el de “especies silvestres que tienen tolerancia a la sequía, como una especie en Perú que crece en una zona muy seca, Solanum gracilifrons”.

Y la naturaleza sigue desarrollando nuevas especies silvestres en un proceso dinámico.

“La evolución continúa y sucede en pequeñas formas cada día. Aún pueden evolucionar nuevas especies silvestres”, señala Ellis.

“Legado a la humanidad”

Lo que suceda en el futuro con la papa afectará a millones de personas.

Desde su origen en los Andes, la papa ha conquistado al mundo. Hoy en día, según la FAO, los principales países productores son China, Rusia e India, y entre los mayores consumidores per capita están Bielorrusia y Ucrania.

“El hombre andino la domesticó y han legado esto a la humanidad, es una donación del hombre andino al mundo”, dice Salas.

¿Qué ve Salas cuando tiene en sus manos una papa silvestre?

“Siempre pienso que hace 10.000 años un ancestro mío la recogió y le sirvió de alimento, y pienso que será el sustento de futuras generaciones”.

El ingeniero agrónomo Alberto Salas sigue recolectando especies silvestres y quiere seguir dedicado al cultivo que ha marcado su vida.

“Me siento fuerte. Una de las ventajas es que he pasado caminando cerca de los 5.000 metros de altura. Todavía estamos en esa etapa de poder y todavía deseo viajar unos cinco años más”.