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12 tendencias gastronómicas para 2016

Por Mayra Zepeda

¿Comeremos en 2016 lo mismo que en 2015? ¿Qué nos gusta y qué detestamos cuando nos sentamos en un restaurante? ¿Cuales son los alimentos que van a estar de moda? Hemos observado la realidad que nos rodea y leído algunos informes (Minitel F&B TendencesFood Ingredients FirstOpen Table) antes de apostar por estas tendencias gastronómicas para el año próximo.

1. Mesa para uno

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No es que cada vez nos gusten más las mesas colectivas, es que cada vez son más los que por una u otra razón comen solos. El mundo “single” avanza imparable y los restaurantes ven cómo aumentan las reservas de personas que comen o cenan solas. Hacerlo en una mesa comunal ayuda a paliar la soledad, es más divertido y se conoce gente, pero no siempre apetece o es posible. Los menús individuales también aumentan y los hosteleros se las ingenian para que los “singles” puedan picar sin tener que pedir raciones completas y refuerzan la oferta de  picoteos variados (surtidos al estilo japonés). En los supermercados se nota que el número de hogares unipersonales aumenta: se reducen las cantidades, disminuyen los multi pack y se incremetan los multi producto (barquetas con tres variedades de manzana o un surtido de verduras).

2. De la cocina a la caja

Si tú no puedes cocinar ellos lo hacen por ti y te lo preparan para que lo lleves a la oficina o donde quieras. Los take away se sofistican y los restaurantes de barrio comienzan a preparar luch box, elegantes cajas que encierran un menú saludable y equilibrado -dos características indispensables y diferenciadoras- listo para comer. Algunos incluso hacen reparto, no es necesario que tú vayas a recogerlos. Ese el caso de Hello Fresh, una empresa que está presente en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Países Bajos, Australia, Austria y Bélgica y que envía más de un millón de comidas al mes y es capaz de entregar alimentos a 420 millones de personas de todo el mundo. En la actualidad tiene una colaboración con el cocinero británico Jamie Oliver para preparar menús con sus famosas recetas. Aunque los oficinistas son el primer objetivo de estas compañías (sobre todo en Estados Unidos y el Reino Unido), también hay empresas que se ocupan de llevar comida a personas mayores que no pueden o no quieren cocinar, y a otros colectivos.

3. ¿Alimentos procesados? No, gracias

La alarma creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) fue una exageración, pero una parte de la sociedad está cada vez más sensibilizada con los efectos de los alimentos procesados industrialmente y por eso se demandan alimentos menos manipulados, más naturales. Eso no quiere decir que haya que suprimir de la dieta las salchichas o el chorizo, pero sí estar alerta y consumirlos con moderación. Según las estadísticas en los niveles de mayor renta de las sociedades desarrolladas (que también son los que tienen mayor conciencia frente al consumo, la sostenibilidad, la trazabilidad, etcétera) los niveles de venta de alimentos procesados descienden año tras año. Lo mismo sucede con los alimentos precocinados.

4. La dieta del bienestar

No se trata de ser vegetariano, ni macrobiótico, ni hacer un régimen ayurveda o declararse flexiteriano. Se trata de comer para sentirse bien (well-being). Es algo tan simple como aplicar el sentido común a la alimentación: buscar productos sanos aunque sean más feos; evitar las grasas saturadas; invertir en un buen pollo de corral; aprender a hacer un bizcocho y desterrar para siempre la bollería industrial; apostar por los pescados pequeños, no almacenan metales pesados; no comer fresas en invierno ni nada que no esté en temporada; evitar el azúcar refinado; huir del café torrefacto; no volver a comprar pan de molde industrial, sus conservadores matan el microbioma… Pequeños gestos que si se hacen a diario generan enormes beneficios para el organismo. Esta filosofía eco es la que inspira Nest, un restaurante donde todos los productos son ecológicos, desde la carrillera de ternera al vino. Los dos estandartes que agitan los fans de esta tendencia son  el uso de los llamados superalimentos y la pasión por los los zumos cold press (presión en frío) que mantienen intactas todas las culidades nutricionales de frutas y verduras.

5. El restaurante en casa

Tras el éxito de Telepizza llegaron empresas como la Nevera Roja o Just eat. Ahora es el momento de que un cocinero te cocine en casa o de que un restaurante te ayude a montar una cena virguera con los amigos. Para ofrecer estos servicios cada vez más demandados por los consumidores han surgido iniciativas como Kirei Experience Take a Chef.

6. Pon un Kamado en tu vida

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Es el capricho de foodies y cocineros en Estados Unidos y el norte de Europa. En España hay varios cocineros, como Álvaro Garrido del restaurante Mina (Bilbao) o Julio Mármol en Yugo que ya lo utilizan, se llama Big Green Egg y está basado en un método de cocción japonés muy antiguo conocido como kamado. Es un utensilio moderno creado con tecnología de la NASA con el fin de conservar y potenciar los aromas naturales más sutiles y refinados de los alimentos, cocinando de una forma natural y sostenible. Según aseguran sus fans, se puede preparar desde un cordero a una pizza, ahumar o guisar a fuego lento y hay modelos específicos para ciertas cocciones. ¿Qué estás esperando para  empezar a experimentar?

7. Ingredientes bajo sospecha

Harinas, moluscos, lácteos, frutas, frutos secos… Las alergias e intolerancias aumentan –las obsesiones infundadas, como la desatada con el gluten es Estados Unidos también- y eso supone un problema tanto en casa como en el restaurante. En los lineales de los supermercados cada vez hay más productos sin gluten o sin lactosa, al tiempo que los restaurantes tienen que diseñar programas informáticos que gestionen las intolerancias que registran sus sistemas de reservas. “Es terrible –afirma Eneko Atxa-, es raro que una mesa completa pueda tomar el menú degustación sin ningún cambio. Eso nos obliga a estar preparados para cualquier contingencia y tener platos alternativos. Se impone el plan  B”.

8. Comer y comprar a golpe de click 

El teléfono móvil es ya una herramienta insustituible, no solo par hablar, también para comprar. Lo mismo da hacer la compra que comprar tickets para un restaurante pop up o reservar mesa en la hamburguesería de Nueva York que más te gusta, sentado desde el sofá de tu casa de Burgos. Amazon, el gigante de la distribución y la venta online, planea entrar en el mercado de la alimentación. Hasta que lo haga, aquí van unas cuantas direcciones en las que funciona el carrito virtual. 

9. Alimentos que cuentan historias

La mantequilla que tienes sobre la mesa adquiere otra dimensión si sabes cómo se llamaba la vaca que produjo la leche con la que se elaboró, quién la ordeñó y dónde. Lo mismo sucede con la carne, la trufa, el aceite, el pollo o el café. Unas veces es una herramienta de marketing, otras no, pero siempre engancha. Descubrir cosas sobre los alimentos que comemos es una forma de aumentar nuestra cultura gastronómica y también de incluir a los productores en el proceso y de este modo convertirlos en actores del cambio social. Desde el té de Ceilán a la quinoa de Perú o los quesos del Cabrero de Bolonia, todos los productos están cargados de información que bien utilizada puede servir para cambiar cosas que no nos gustan.

10. El mundo entre dos panes

Baos, tacos, bocatas, arepas, sándwiches, buns, beagles, paninis, perritos, hamburguesas… Da igual, allá donde vayas te persiguen. Bocados fáciles de comer, baratos y sabrosos se convierten en los favoritos de un público joven que busca informalidad y rapidez. Los rellenos se multiplican, van desde las combinaciones vegetarianas hasta el delirio carnívoro de la panceta con salsa XO.

11. Si te gusta, compártelo

Y si no, también. El poder de las redes sociales se revela determinante a la hora de elegir restauranteruta gastronómicaproductos de alimentación o bodega. Los consumidores se convierten en prescriptores –contrastados o no- con solo colgar una foto en Instagram o hacer un comentario en Tripadvisor (la bestia parda de la hostelería, en la que según se ha demostrado, no son solo los consumidores los que tienen poder para posicionar locales, la organización también). Bloggers y periodistas crean tendencias a golpe de tweet.

12. #Foodporn, la comida que chorrea

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Más que una etiqueta (hashtag) de moda, el food porn es un estilo de comida. Platos que incitan a comer, no exentos de una buena dosis de glotonería. Hamburguesas con quesos fundidos que resbalan; helados cargados de toppings; tortitas rebosantes de nata montada; pancetas grasientas que gritan ¡cómeme!. Un exceso de grasa, azúcar y calorías que despierta los más bajos instintos gastronómicos. Una promesa de placer gustativo, que invita a mancharte los dedos, pringarte y abrir la boca todo lo que puedas para morder y que un hilo de cátsup te resbale por la comisura de los labios.