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#Mistura2014 Perú, la otra tierra del chocolate

Por Animal Gourmet

De la coca al cacao

Nadie se resiste a un aromático, dulce y suave chocolate. Hablar del cacao es referirse a un sinfín de productos irresistibles al paladar. Sin embargo, para muchos productores peruanos representa una oportunidad de superación y resistencia frente a la violencia.

Este el caso de Q’ulto, Mishky Cacao y las asociaciones de productores que obtienen los granos del cacao de árboles sembrados en campos donde antes prevalecían los cultivos ilícitos de coca. Con una amplia sonrisa y palabras que colman el espíritu de satisfacción, ellos cuentan que en Huánuco y San Martín (provincias del nororiente peruano) —gracias a los cultivos lícitos de cacao— están asegurando la calidad de vida de sus familias y logrando la superación frente a una realidad antes adversa.

Q’ulto, que también produce café, ya tiene una reconocida cafetería en Tingo María, la ceja de selva peruana, y no dudan que muy pronto instalarán su primera sucursal en Lima y, por qué no, medirse con la tan popular cadena Starbucks. Calidad y ánimos, hay y sobran.

Mientras tanto, Mishky Cacao (Chazuta, San Martín) es la marca de chocolates de una asociación de 13 mujeres que salieron adelante haciendo nuestras vidas más dulces. Ellas producen bombones rellenos de coco y chocotejas, dulces típicos del sur peruano, rellenos de aguaymanto, una fruta nativa de los andes peruanos.

Productores locales como Mishky Cacao también cambian la vida de quienes se involucrn en estos proyectos. // Foto: Alicia Rojas.

Productores locales como Mishky Cacao también cambian la vida de quienes se involucrn en estos proyectos. // Foto: Alicia Rojas.

Así como ellos, en Mistura 2014 se reúnen cientos de historias de emprendedores que con talento y empeño, traen desde sus localidades los mejores productos para que sean exhibidos en esta vitrina de alcance internacional y gran reconocimiento.

El cacao se instala en Mistura

Y en El Mundo de los Dulces, uno de los pabellones del festival, siempre hay más. Esta parada obligatoria para todos los dulceros, los no tanto, los que no pueden excederse de dulce y los que están cuidando la figura, que asisten a Mistura, reúne a productores de cacao de las zonas de Cusco, San Martín, Piura y Huánuco, entre otros. Lugares donde crecen los mejores granos que, procesados, hacen la vida menos complicada y más feliz.

Aquí encontramos a la marca Adoros, que no solo produce pasta pura de cacao orgánico, también nibs de cacao, té de cacao, chocolate de taza y, además, vende un increíble ponche de chocolate con cacahuate. El dato: puedes encontrar más sobre ellos en el libro Los Guardianes del Cacao de Astrid Gutsche.

Si de cuidar la salud y el nivel de azúcar en la sangre se trata, Slender es la mejor alternativa. Endulzados con Isomalt, sus chocolates hechos con cacao de Jaén (Cajamarca), algunos mezclados con chía y demás combinaciones, son especiales para diabéticos y para aquellos que no quieren salir de la feria con unos kilitos de más.

En el pabellón de dulces de Mistura se encuentra a los productores locales pero también a las nuevas propuestas que combinan diseño y chocolate como Sugar Labs. // Foto: Alicia Rojas.

En el pabellón de dulces de Mistura se encuentra a los productores locales pero también a las nuevas propuestas que combinan diseño y chocolate como Sugar Labs. // Foto: Alicia Rojas.

Amaz es otra marca presente en la feria de gastronomía más importante de la región y ofrece su chocolate “desde el grano a la barra”, con diferentes combinaciones para todos los paladares. A su costado encontramos a Sugar Lab, los artistas del chocolate. Con sus pequeñas esculturas de Star Wars, hacen no solo irresistible su producto, sino que da ganas de guardarlo en el refrigerador para no estropear con los dientes tremendo buen trabajo.

Shattell y Terra Nostra son dos marcas que producen, también, cacao orgánico y aseguran productos 100% libres de pesticidas y con sabores inigualables.

La variedad y propuesta no cesa en cada nueva edición de la feria Mistura. Aquí, en medio del azul infinito y el acantilado de Lima, solo se vale dejarte llevar por una cosa: tus instintos gastronómicos. A comer y disfrutar.