Al principio, Nick Hess no sabÃa qué le estaba pasando. “Era raro, ingerÃa carbohidratos y de pronto me volvÃa ridÃculo, vulgar”.
Hess se ponÃa enfermo sin explicación, con dolores de estómago y de cabeza. “Todos los dÃas durante un año, me despertaba y vomitaba”, dice.
“A veces, iba aumentando durante varios dÃas, y otras ¡bum, estoy borracho!”.
Hess no habÃa bebido nada de alcohol antes de sufrir estos episodios, pero no todo el mundo le creÃa. Incluso su mujer se puso a buscar por toda la casa a ver si habÃa botellas de alcohol escondidas.
“Pensé que la gente me estaba haciendo la vida imposible, hasta que mi mujer me grabó en video y lo vi: realmente parecÃa borracho”, explica.
Hess aprendió que sufre un “sÃndrome de autodestilación”, una enfermedad muy rara y controvertida entre la comunidad médica por la que un crecimiento excesivo de levadura en el intestino convierte los carbohidratos de la comida en un exceso de alcohol en la sangre.
Evidencias de experiencias como la de Hess existen desde la década de 1970, cuando investigadores japoneses describieron una enfermedad misteriosa en pacientes con candidiasis (una infección fúngica) crónica.
Los investigadores describieron cómo estos pacientes tenÃan una enzima anormal en el hÃgado, lo que les causaba dificultades para deshacerse del alcohol en su cuerpo.
Todo el mundo tiene un poco de levadura en su intestino, y cuando interactúa con carbohidratos y el azúcar de la comida, produce pequeñas cantidades de alcohol.
En el caso de los pacientes japoneses, la levadura extra provocada por la infección y el hecho de que comÃan mucho arroz rico en carbohidratos, combinado con esa enzima del hÃgado, provocaba que no pudiesen procesar el alcohol lo suficientemente rápido.
Barbara Cordell, directora de ciencias de la salud y enfermerÃa en el Panola College, en Texas (Estados Unidos), investiga esta patologÃa.
Ella y su colega Justin McCarthy fueron los primeros en investigar el problema en un individuo sano en Estados Unidos, y verificarla en un ambiente controlado.
Su interés comenzó en 2005 cuando un amigo, que llamaremos Joe, empezó a experimentar sÃntomas de embriaguez.
Estaba mareado, tenÃa náuseas y se quejaba de estar exhausto, a pesar de no haber bebido nada de alcohol.
Su mujer empezó a tomar notas cada vez que le pasaba esto.
El problema siguió empeorando y en 2010 Joe sufrÃa dos o tres episodios de embriaguez espontánea a la semana.
En enero de ese año, Joe fue hospitalizado y sometido a observación las 24 horas del dÃa.
Los médicos, sospechando que se trataba de un alcohólico, inspeccionaron sus pertenencias para comprobar que no habÃa escondido nada de alcohol.
Le proporcionaron una dieta alta en carbohidratos durante el dÃa y le sacaron sangre cada dos horas.
En un momento durante la tarde, los niveles de alcohol de Joe aumentaron hasta los 120 miligramos por cada 100 mililitros de sangre, el equivalente a ingerir siete chupitos de whisky.
Joe tuvo suerte de conocer a una investigadora que podÃa examinar su enfermedad, pero Hess no tuvo esa suerte.
Sufrió durante años y llegó casi a perder la esperanza.
Pero su mujer perseveró y encontró información que Cordell habÃa escrito sobre Joe y su rara enfermedad.
Se pusieron en contacto con ella y otro médico, Anup Kanodia, que analizó muestras de heces de Hess y llevó a cabo exámenes genéticos y microbianos para clarificar qué pasaba en su intestino.
“TenÃa un 400% más de levadura en su intestino de lo que deberÃa”, dice Kanodia. “Era la cantidad más elevada que habÃa visto en una persona en toda mi carrera”.
Desde entonces, unas 50 personas han declarado sufrir algo similar, aunque Cordell cree que el número real de casos en Estados Unidos puede ser del doble.
El problema es que pocas veces esta gente tiene la enzima anormal en el hÃgado que tenÃan los casos japoneses.
“El problema llega cuando la levadura en nuestro intestino se dispara. Las bacterias normalmente la mantienen a raya, pero a veces gana la levadura”, dice Cordell.
Cuando se observan los intestinos de estos pacientes, siempre presentan cantidades anormalmente elevadas de levadura, sobre todo de la cepa llamada Saccharomyces cerevisia, la de la levadura de cerveza.
Dice que normalmente estas personas pueden identificar el comienzo del problema y este suele coincidir con un periodo largo de toma de antibióticos.
Es probable que el antibiótico elimine las bacterias durante un periodo sostenido, dando oportunidades a la levadura.
Pero no está claro por qué no sucede esto con más frecuencia en personas que toman antibióticos durante largos periodos.
El toxicólogo forense Wayne Jones necesita más datos para convencerse. Jones se jubiló recientemente del consejo nacional sueco de medicina forense tras 40 años de experiencia médica.
Dice que todo el alcohol que producimos en el intestino al deshacer los carbohidratos tiene que pasar a través del hÃgado antes de que vuelva al torrente sanguÃneo.
En el hÃgado, tenemos enzimas que procesan el alcohol de forma que casi todo se elimina de la sangre.
Por eso Jones no está convencido de que las personas puedan producir tanto alcohol en su sangre como para que esto tenga importancia médica, dejando de lado esos casos excepcionales de Japón.
“Son los únicos casos que conozco que tienen fundamento”, dice.
Jones ha dado su opinión en los tribunales en varias ocasiones en casos en los que el abogado de un acusado que habÃa sido pillado conduciendo borracho ha mantenido que su cliente tenÃa un sÃndrome de autodestilación no diagnosticado.
Hace unos años en Suecia, un juez aceptó estos argumentos por primera vez.
El fiscal apeló, sin embargo, y la corte llamó a Jones para dar su opinión. Al conductor lo declararon culpable al final de conducir bajo los efectos del alcohol.
El propio Hess está intentando en la actualidad apelar una condena que recibió en Hawái por conducir bebido que él achaca a su condición.
Le mostré a Jones el artÃculo más reciente escrito por Cordell sobre su amigo Joe.
Dijo que le gustarÃa ver más información sobre los métodos utilizados por los médicos para medir el alcohol en la sangre del paciente y sobre la cantidad de carbohidratos que le dieron para ingerir.
Dice que también le gustarÃa ver estudios sobre la formación y degradación de este alcohol producido por el intestino.
“No digo que el estudio de Cordell esté mal, pero necesito ver información mucho más detallada antes de aceptar las conclusiones como un hecho probado”, dice.
Cordell reconoce que se necesita mucha más investigación. Quiere hacer nuevos análisis genéticos y metabólicos de sus pacientes, para empezar.
“Me gustarÃa ver que los médicos tienen una mente abierta si alguien llega a su consulta con estos sÃntomas”, dice.
En el caso de Hess y Joe, medicamentos fungicidas y una dieta baja en carbohidratos y azúcar les han ayudado a mitigar la mayorÃa de los sÃntomas.
“TodavÃa sufro uno o dos episodios al mes”, dice Hess, “pero no es para nada tan malo como antes. Tengo que agradecérselo a mi mujer. Siguió buscando respuestas cuando yo ya iba a darme por vencido. Le estoy muy agradecido”.