drag_handle

Ilegal Malted Wine, ni cerveza ni vino (o los dos al mismo tiempo)

Por Mayra Zepeda

Ilegal Malted Wine es la propuesta de una de las vinícolas más importantes de Chile para acercarse a un nuevo segmento de consumidores interesados en las cervezas artesanales. Esta es una bebida que no es cerveza ni vino pero que tiene los dos procesos para lograr un producto con características únicas.

“Ilegal Malted Wine nace de la búsqueda por crear una bebida fresca para el mercado joven. Partimos haciendo 20 botellas y fuimos mejorando. Lo mostramos a posibles compradores en todo el mundo y así llegamos a lo que hoy es Ilegal Malted Wine. Hemos hecho 30 mil botellas para que estén disponibles a todo el mundo, y seguiremos produciendo”, dice Juan Ignacio Zúñiga, Director de Ventas a nivel mundial de Viña Ventisquero.

Su proceso comienza como cualquier cerveza. En Ilegal Malted Wine se usa una mezcla de cuatro tipos de cebadas malteadas: Cara-Pils aporta espuma y consistencia; Vienna le da suaves aromas a caramelo y toffe; la Melanoidina le da tonos rojizos e intensifica el carácter malteado además de que le proporciona cuerpo, aroma y sabor, y sirve para replicar el efecto de maltosidad y consistencia, y el Extra Pale, que se utiliza para darle más carácter y cuerpo, con menor espuma y sensación de cremosidad en boca.

El lúpulo que usan es Zaas, el cual se produce exclusivamente en la República Checa, cerca de la ciudad del mismo nombre. Este lúpulo aporta un gusto resinoso y floral con leves tonos piracínicos que le brindan un delicado aroma.

Una vez mezcladas las maltas y el lúpulo, se fermenta como una cerveza lager. “En este estilo la transformación de los azúcares en alcohol ocurre a una temperatura cercana a los 12 grados. Posee una carbonatación natural, producto de la segunda fermentación dentro de la botella sin filtrar”, explica Zúñiga.

Una vez que empieza como cerveza, termina su proceso como vino. Para ello utilizaron la uva Sauvignon Blanc del Valle de Casablanca, Chile, la cual aporta acidez, frescor y tonos de frutas cítricas.

El resultado es una bebida que al degustarla da una sensación fresca dada por la citricidad de la Sauvignon Blanc. Luego empiezan a aparecer las notas de las cebadas malteadas y al final la tona herbácea del lúpulo se mezcla muy bien con la piracina de la uva.

“Son sabores que no se imaginan juntos, por lo que hay que volverla a probar para sentir su máximo potencial. A la gran mayoría de las personas les gusta, otras no se atreven a probar cosas distintas a lo establecido, pero cuando la prueban se sorprenden”, presume Zúñiga.

Actualmente la pueden encontrar en Canadá, Brasil, Nigeria, Sudáfrica, Ecuador y Japón, y se pretende vender en el mercado de Alemania, China y Perú y México.

¿Y el maridaje? Zúñiga lo resume en una frase: “acompañar con todo lo que tu imaginación indique”.