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Dentro del bar manejado por monjes budistas

Dentro del bar manejado por monjes budistas

Por Mayra Zepeda

Durante 17 años, Vowz Bar ha servido cócteles siguiendo el Budismo, ofreciendo bebidas y licores medicinales infusionados con tortugas y serpientes.

“Gracias a todos por venir, el texto de esta noche está traducido del original en sánscrito”, dice un monje de mediana edad con una cálida sonrisa. “Mil disculpas porque solo está disponible en japonés.”

Se para frente a un modesto santuario budista, lleva una túnica de color café y su cabeza está afeitada. Después de distribuir folletos entre casi una docena de personas, se arrodilla y comienza a cantar con voz profunda y solemne, invitando a otros a unirse. Algunos lo hacen, mientras la canción se eleva en un eco incierto. No hablo japonés, pero trato de seguir con voz temblorosa. El sonido se va haciendo cada vez más fuerte, se fusionan todas las voces y se vuelve más constante hasta que muere por completo. Suena una campana y el monje deja reinar al silencio por un momento.

 Arigatou gozaimashita“. (Muchas gracias)

Luego, el murmullo de la conversación regresa a la pequeña habitación y los clientes vuelven su atención a las bebidas. Otros cuantos se acercan al mostrador, donde el mismo monje que estaba cantando hace un minuto, sirve sake con la misma sonrisa gentil. No estoy en un templo budista, sino en un bar en el barrio de Yotsuya, Tokio. Durante los últimos 17 años, Vowz Bar ha estado sirviendo cócteles con un toque de filosofía budista para quienes desean recibirlo.

Tokio tiene muchos bares y restaurantes temáticos. Si así lo desean, hay quienes pueden cenar en compañía de ninjas, beber orina con jeringas en una prisión espeluznante, vivir Twilight en carne propia con cócteles como el Blood Clot (Coágulo de Sangre) en el Vampire Café, o mirar a chicas hermosas peleando contra cyborgs en el siempre popular Robot Restaurant. Sin embargo, lo que distingue a Vowz Bar, por ejemplo, de una cafetería de búhos en Harajuku o un bar de sirvientas en Shibuya, es que este lugar no es un ardid turístico.

Aunque las palabras “bar y monje” parecen un oxímoron y hasta un tanto sospechosas, el personal —budistas practicantes— se toman muy en serio su misión. Todo el mundo es bienvenido, pero el bar atiende más a los lugareños que a extranjeros curiosos.

Yoshinobu Fujioko en Vowz Bar. Todas las fotos son de la autora.

Yoshinobu Fujioko en Vowz Bar. Todas las fotos son de la autora.

“Hoy en día, los jóvenes ya no van a los templos”, dice Yoshinobu Fujioka, un miembro practicante de la secta Jōdo Shinshū. Uno de los primeros miembros en unirse fue este hombre carismático de 30 años, involucrado desde 2001. “Queríamos difundir las enseñanzas del budismo a la gente, por lo que iniciamos este negocio”.

Para muchos budistas, la idea de beber alcohol es contradictoria entre los principios básicos de la religión. El quinto precepto del budismo advierte contra los efectos nocivos de cualquier intoxicante que pueda nublar la mente o distraerla. Sin embargo, como con la mayoría de las religiones, las reglas específicas del budismo varían ampliamente de secta en secta. Algunos se abstienen del sexo, de la bebida y de la carne, mientras que otros son un poco más permisivos. Los diez monjes relacionados con la barra provienen de tradiciones diferentes, pero todos andan el camino liberal.

“No tenemos reglas muy firmes en mi secta”, dice Fujioka. “Los monjes podemos comer carne, beber alcohol, incluso podemos casarnos, si así lo deseamos. Daijoubu desu (está bien)”.

"Los diez monjes relacionados con la barra provienen de tradiciones diferentes, pero todos andan el camino liberal."

“Los diez monjes relacionados con la barra provienen de tradiciones diferentes, pero todos andan el camino liberal.”

Como resultado, si bien no encontrarás demasiadas personas bebiendo hasta el olvido, podrás verlos disfrutando cócteles con nombres como Mugen-Jigoku (El Sufrimiento Eterno en el Infierno) o Gokuraku-Jodo (El Nirvana en la Tierra Pura), así como licores caseros herbales y licores medicinales o yakushu, infusionados con caparazón de tortuga o serpiente habu. Al igual que la mayoría de los bares de Tokio, también podrás ver a los comensales fumando cigarrillos. Para Fujioka y su séquito, tales indulgencias están bien, ya que la religión no debe ser un ejercicio de masoquismo.

“Queremos que la gente recuerde que el budismo no es sólo para los funerales”, dice. A juzgar por la mezcla multinacional de clientes que eligen pasar la noche del sábado escuchando la oración, la técnica parece estar funcionando. De hecho, el concepto se ha vuelto tan popular que se ha extendido por todo Japón. “Nos dice cómo vivir más fácil y cómo vivir correctamente”.

La idea de Fujioka para vivir correctamente deja mucho espacio para la diversión, además de una plena consciencia. Él es uno de los únicos monjes que verás tocando guitarra y siendo vocalista en una banda rock.

“¡Vowz Band!”, dice entusiasta cuando señalo al cartel en la pared anunciando su próximo concierto. “Todos estamos juntos, tocamos en varios conciertos por todo Tokio y queremos enseñar lecciones con nuestra música”.

Sus letras suelen presentar referencias cómicas o divertidas de las enseñanzas de Buda y a veces incorporan instrumentos tradicionales. A pesar del elemento religioso, esto nunca se confundiría con un canto fúnebre, y su sonido ha sabido atrapar a las multitudes en Shibuya. Es una manera más de difundir la palabra mientras la hacen más accesible a una sociedad moderna, cada vez más secular.

Fujioka (izquierda) y otro monje en la barra de Vowz.

Fujioka (izquierda) y otro monje en la barra de Vowz.

Dicho esto, ni Fujioka ni sus hermanos tienen interés alguno en forzar el mensaje a nadie. La gente siempre es libre de venir y hacerles preguntas sobre cualquier cosa en el bar. Muchos invitados tienen preguntas espirituales o están interesados en aprender más, mientras que otros simplemente quieren consejos de vida. Varias mujeres han venido al bar pidiendo ayuda con sus problemas románticos. Muchos clientes solo son curiosos y un alto porcentaje no son creyentes.

“Por supuesto que está bien,” me tranquiliza. “La mayoría de los japoneses son así hoy en día, por eso existe este bar”.

Varios tragos de sake después, mis amigos y yo nos vamos con un sentimiento bastante sereno, si no es que hasta más sabio. Se me ocurre que Tokio podría ser el único lugar en la Tierra donde los monjes pueden tocar en conciertos de rock y servir cócteles sin que sea algo extraño. Puede que no encaje perfectamente con la imagen convencional de un santuario, pero Vowz Bar, se siente como un refugio acogedor en medio del paisaje nocturno surrealista de esta ciudad.

La nota original la puedes encontrar en Munchies.