drag_handle

Plaguicidas en nuestros alimentos y la tiroides: ¿hay alguna conexión?

Por Valeria Enríquez (@ser_sustentable)

El año pasado, la Pesticide Action Network en Europa publicó un estudio sobre plaguicidas que se utilizan para producir alimentos y que alteran el funcionamiento endócrino de los seres humanos. El punto central de este estudio fue alertar y sensibilizar sobre el uso de plaguicidas sintéticos en la agricultura y mostrar que aunque quizás han ayudado a incrementar la producción de alimentos, también han generado altos costos a la salud humana, los recursos naturales y el medio ambiente.

El estudio dice que existe evidencia científica de que ciertos contaminantes ambientales pueden imitar, bloquear o interferir con la acción de las hormonas y causar alteraciones en la función del sistema endócrino. Estas sustancias se conocen como disruptores endócrinos y varios casos de disrupción endócrina en la vida silvestre han sido ocasionados por los plaguicidas.

Desde 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó que este es un tema de preocupación no solo para la vida silvestre, sino también para los seres humanos, y que se debe abordar y regular. Estas sustancias se han relacionado con la disminución de la fertilidad en humanos, el aumento de cáncer endócrino, la baja calidad de esperma, obesidad, adolescencia prematura, déficit cognitivo, enfermedades neurodegenerativas, disfunción del sistema inmune -alergias y enfermedades autoinmunes– y más. Puedes descargar el informe completo aquí y quizás preguntarte por qué solo está disponible en inglés y por qué este tipo de información no se conoce como debería en nuestro país.

Para dar muestra de la magnitud y la importancia de nuestro sistema endócrino, éste incluye todas las glándulas del cuerpo y las hormonas que producen. Según la Red para la Salud Hormonal, el cuerpo utiliza este sistema de glándulas y sus respectivas secreciones de hormonas para regular diversas funciones básicas como la respiración, el metabolismo, la reproducción, la percepción sensorial, el movimiento, el desarrollo sexual y el crecimiento.

En una nota publicada por LiveScience sobre el sistema endócrino se expone que existe una glándula en especial, la tiroides, que es el principal centro de control metabólico del cuerpo y que secreta hormonas que afectan o influyen en el funcionamiento del cuerpo entero. Por ejemplo en el ritmo cardiaco, la salud de la piel, el crecimiento, la fertilidad, la digestión, el funcionamiento del cerebro, del corazón y los riñones, así como la temperatura corporal y la fuerza muscular.

Pero, ¿cuál es la relación de los plaguicidas disruptores endócrinos y nuestra comida? La respuesta es simple. Se encuentran residuos en nuestros alimentos y al no ser regulados en la agricultura, no tenemos información, conocimiento ni control sobre ellos.

Lo anterior implica que estamos expuestos a residuos tóxicos, peligrosos e invisibles diariamente y más de una vez al día… pero no lo vemos. Por más que lavemos y desinfectemos nuestra fruta y verdura, ahí están.

Regresando al estudio de plaguicidas disruptores endócrinos en nuestra comida, comparto aquí los principales hallazgos con la intención de que como consumidores de alimentos que somos sepamos elegir y preguntar cada vez más acerca del origen de lo que comemos y de los sistemas productivos que hay detrás. Aclaro que este estudio no necesariamente refleja la realidad en nuestro país, sin embargo, es probable que se compartan tendencias de los resultados, pues la industria alimentaria es una y es global, y si en Europa la situación es preocupante, podría atreverme a suponer que la situación en México no es ni tantito mejor, sino todo lo contrario.

Hallazgos de la Investigación

De las muestras realizadas, el estudio expone que se encontraron residuos de plaguicidas disruptores endócrinos sobre todo en frutas y verduras, pero también en hongos, especias, hierbas, leguminosas y cereales, y un dato curioso: en uvas utilizadas para vino (ojo, también en vinos podemos ser selectivos y consumir vinos agroecológicos u orgánicos). También se hallaron residuos en nueces y semillas, pero en menor magnitud.

El estudio mira con mayor profundidad los resultados en frutas y verduras, pues es donde se tomaron más muestras, y concluye que las frutas cítricas como mandarinas, naranjas, toronjas, limones y limas son las que tienen mayores porcentajes de plaguicidas disruptores endócrinos.

De las frutas que se consumen con todo y piel, las más contaminadas son los duraznos y chabacanos, pero también las cerezas, uvas de mesa, fresas, peras y manzanas.

Del reino vegetal, los apios, los nabos, la col china y las raíces de perejil tienen el más alto porcentaje de este tipo de plaguicidas. Y otras verduras usadas cotidianamente como lechuga, tomates, zanahorias y pimientos, también mostraron residuos de plaguicidas disruptores, pero en menor magnitud.

Además, el estudio también reveló los países donde se detectaron mayores residuos: España, Grecia e Italia fueron los principales.

Y por último, el insecticida mayormente encontrado fue el clorpirifos, que haciendo una búsqueda rápida, puede hallarse en México masivamente y puede ser comprado sin reserva alguna en línea.

Algunas reflexiones

Escribir sobre este tema tiene un fin concreto. Quizás no sea un tema muy agradable de leer y en vez de generar antojo por la comida siembre un tanto de temor por lo que comemos y no vemos, pero en el fondo, en México como en el resto del mundo, cada vez más hay un movimiento a favor del derecho a la alimentación sana y adecuada, y para hacerlo valer ahora sí que lo primero es saber para luego poder elegir y exigir alimentos libres de sustancias dañinas para la tierra y para nuestro cuerpo.

Lograr avance en este tema es complicado por los enormes intereses comerciales que hay detrás, sin embargo, con muchos granitos de arena puestos desde distintas esferas, podemos ir avanzando y transformando el sistema alimentario por uno más sustentable. Dice Hilal Elver, relatora especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, que es posible producir alimentos más sanos, ricos en nutrientes y con mayores rendimientos a largo plazo, sin contaminar ni agotar los recursos ambientales.

Recientemente se publicó el Informe de la Relatora Hilal Elver sobre el derecho a la alimentación, documento que, por cierto, cualquier persona que come debería leer (puedes encontrarlo en español aquí).

El informe contiene mucha información sobre las consecuencias negativas del uso de plaguicidas en la salud humana, el ambiente y la sociedad, que son escudadas y justificadas con la bandera de la “seguridad alimentaria”. También conocerás fundamentos para eliminar los plaguicidas peligrosos del sistema alimentario como parte del camino hacia una adecuada salud y alimentación, que por supuesto implica una transición a una agricultura sustentable que tenga en cuenta los retos de la escasez de recursos y el cambio climático.

Es una realidad el aumento de enfermedades que tienen que ver con el sistema endócrino y es una realidad la evidencia que hay sobre su vinculación con la producción de alimentos. Esta realidad nos invita a abrir los ojos y a dejar de consumir a ciegas; también nos muestra que hace falta mucha información sobre el estado de la producción alimenticia en nuestro país. Sin embargo, hay pasos concretos que puedes implementar desde hoy:

  • Consume en lo posible productos que vienen de la agricultura orgánica o agroecológica, esto te garantiza que quienes producen no utilizan sustancias químicas tóxicas que dañan la tierra, contaminan el agua o enferman a las personas. En varios supermercados ya puedes encontrar al menos algunas frutas y verduras de las que se mencionaron arriba orgánicas, aunque lo ideal es comprar directo al productor.
  • Cada vez en más ciudades o delegaciones encontrarás mercaditos orgánicos o espacios de compra directa a productores, ahí puedes entablar comunicación y hacer preguntas necesarias sobre los sistemas productivos de lo que te comes. La organización El Poder del Consumidor tiene un listado de este tipo de espacios aquí.
  • Recuerda que la población más vulnerable a este tipo de sustancias son las mujeres embarazadas y la población infantil. Es increíble que los mayores residuos sean hallados precisamente en los alimentos que más saludables parecen ser, muchas veces una ensalada verde o un plato de frutas frescas no precisamente es lo que parece ni genera los efectos que esperas.
  • Consume con los ojos bien abiertos y disfruta de la buena comida, que sí hay ¡y mucha!

Valeria Enríquez es promotora apasionada del consumo sustentable y creyente de su potencial para construir círculos virtuosos que transformen el sistema alimentario. La encuentras en Twitter como @ser_sustentable.