

Si hay un platillo que sintetiza el paisaje, la tradición y la inventiva culinaria del norte de México, es el caldo de queso sonorense. Un caldo humilde a primera vista, pero profundo en técnica: mezcla lácteos con tomate, chile verde y vegetales sin que nada se corte, sin que se rompa la textura y sin que la sopa pierda su personalidad ranchera. Su origen se ubica en los hogares del desierto sonorense, donde la dieta nómada, los productos lácteos y la necesidad de comidas sustanciosas dieron forma a un guiso que hoy es emblema regional.
Esta receta tiene muchas versiones, pero todas respetan la idea fundamental: caldo claro con vegetales y cubos de queso fresco que se funden a medias, creando una textura cremosa sin llegar a ser espesa. Su magia radica en la temperatura, el orden del sofrito y el tipo de queso. Y sí: también hay ciencia detrás.
Ingredientes:
Preparación:
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