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Saborea Querétaro en sus mejores cocinas

Por Animal Gourmet

Busca primero el reino del sabor y su justicia divina. Y por añadidura, lo demás –el servicio, el ambiente– se te dará.

-Salmo glotón

Un restaurante se evalúa por el servicio, la decoración, la relación calidad/precio, la música, el ambiente, la ubicación y, por supuesto, la comida. Pero a veces la comida es lo de menos. “No sólo de pan vive el hambre”, dice el refrán.

Y sí. Aunque parezca extraño, el éxito de muchos restaurantes depende de lo que hacen fuera de su cocina y no dentro de ella. Las familias con niños pequeños, por ejemplo, suelen sacrificar la comida (¡y mucho más!) en pos de un restaurante con área infantil. La alberca de pelotitas sobre el sabor de la comida. Cada quien sus excentricidades…

Reunimos aquí a cinco de nuestros restaurantes o changarros preferidos. Lugares que frecuentamos, sobre todo, por la comida. “Sólo con pan se atasca el hambre”.

1. Kong Glocal Eatery

5 de Mayo 87B (entre Altamirano y Río de la Loza), centro histórico.

Este pequeño lugar –aún con campana nueva en la cocina– se asemeja al Popocatépetl: está en constante fumarada. Eso no sería tan agradable si no fuera por lo que sugiere ese humo: la pura sabrosura. En el Kong comes en una nube de sabor. Delicioso.

Comedera representativa: de entrada, una cecina al limón con guacamole y pan árabe; de plato fuerte, un stir fry de atún al curry, y de postre, un shortcake (la prueba fehaciente de que Dios existe).

Precio: todo esto, más un agua fresca de, digamos, melón con romero, por $101. La pura gozadera.

Cocinero: Adrian RO (cuando mezcla música se hace llamar Sonido Padrino).

Tip: revisa en su Facebook (Kong Glocal Eatery) los «especiales de sabadaba» y los «tiritos culinarios» (los miércoles de agosto hay luchas de chefs).

2. Roberto’s

Arteaga 151 (entre Nicolás Campa e Ignacio Pérez), en el centro.

A fe nuestra, Roberto’s tiene el mejor cabrito de toda la comarca. Es un restaurante familiar, en todos los sentidos: la familia cocina, sirve, administra y trata a sus comensales como si fueran también parte de la familia, y es que sí, de tan frecuentes ya muchos lo son.

Comedera representativa: de entrada, unas fresquísimas y jugosas quesadillas de flor de calabaza; de plato intermedio, una sopa de elote; de plato fuerte, un cabrito, y de postre, una placentera sobremesa etílica.

Precio: todo esto, sin las bebidas, por $245. Considerando el sabor de ese cabrito, una ganga.

Cocinera: María Mejía de Quintanar.

Tip: reposa el cabrito; cada dos o tres visitas, cámbialo por una cecina o –considerando la época– un chile en nogada.

3. Los Para-Dos

Zacarías Oñate 3 (entre Prolongación Corregidora Sur y J. M. Truchuelo), en la Cimatario.

La comida yucateca de Los Para-Dos es digna de figurar, de menos, en la lista de los Patrimonios Mundiales declarados por la Unesco. Es más, seguro, incluso, aparece en el Popol Vuh. Es una fonda casera que provoca –casi obliga– el atascón de tacos. «A que no puedes comer sólo uno», diría Francisco Cervantes.

Comedera representativa: de entrada, unos salbutes; de plato fuerte, un par de tacos de cochinita, y de postre, un taco de chile negro.

Precio: con alguna agua fresca, unos $100.

Cocineras: Claudia Sánchez Canterbury & Josefina Hernández Ordaz.

Tip: reserva un hueco para el exquisito pay de manzana (y después del pay, otro taco de chile negro).

4. El fogón del camarada

Ignacio Pérez 92 Norte (entre Universidad y Mariano Escobedo), en el centro.

Un amigo dice que no le gusta ir al Fogón porque su mamá cocina exactamente igual. Lucky him. La comida casera está en peligro de extinción, y el Fogón es algo así como el museo o la pinacoteca de la comida mexicana tradicional. Es una delicia sencilla y castiza.

Comedera representativa: de botana, una cecina y un guacamole; de entrada, un fideo seco; de plato fuerte, un chamorro al guajillo, y de postre, un flan.

Precio: con un par de cervezas, no más de $250.

Cocinero: aunque más de uno cocina, mencionaremos aquí a Andrés Puente.

Tip: acaban de abrir, por el mirador de los Arcos, el Fogón del Camarada Platino. Aunque la cocina sea prácticamente la misma y el lugar esté, digamos, moderno, recomendamos el tradicional.

5. Sopes de Jana + Tacos de don Juan

5 de Mayo 239 y 235 (entre Circunvalación y 16 de Septiembre), centro histórico.

Existe una línea muy fina entre el restaurante casero y el changarro de antojitos. Los puestos de Jana y don Juan están justo en ese límite; no son restaurantes, pero lo que preparan está, sin duda, en la imaginaria lista San Pellegrino del queretano zampón.

Comedera representativa: rebotar entre un local y el otro: tres tacos de copete, un sope rojo, dos tacos de copete, un sope verde, ¿ya no hay tacos de copete?, ¡pues un par de tacos de guisos!

Precio: dependerá de la voracidad de cada quien, pero no pasará de los $100.

Cocineros cordon bleu: Jana y don Juan.

Tip: llega temprano, entre 8 y 9. Los dos lugares comienzan a servir a las 8. Los tacos de copete se terminan, casi siempre, antes de las 9.