Cuando hace calor (y cuando no, también), vale la pena tener a la mano una buena receta de aguachile. Y aunque su historia y origen son muy distintos a como lo conocemos hoy, vale la pena saber de dónde viene para experimentar en casa y disfrutarlo con unas tostadas y una cheve.
¿Te gusta de pescado? ¿Más bien de camarón? ¿Qué tal con callo? ¿Y de carne? ¡Se vale!
De acuerdo con Benjamín Castro, camaronero de la región de Celestino Gasca en Sinaloa, el aguachile, por más que le duela a los costeños, tiene su origen en el interior del estado.
Resulta que es producto del hambre de las personas de la montaña y surgió para conservar y aprovechar ingredientes de la región: carne seca -de res-, limones y el chiltepín; esta última es una variedad de chile piquín que crece de forma silvestre en las orillas de los ríos.
Era más bien una comida de pastores y campesinos. Para darle sabor a la carne armaban una agüita de chile: exprimían limón y sazonaban con sal y chile. Nada más.
Por fácil y sabroso, se convirtió en todo un estandarte. Pronto llegó a la costa y fue cuando aprovecharon el camarón azul -tan endémico de la Bahía de Altata- y también los callos y almejas sonorenses.
Hoy en día las recetas se han multiplicado… y no es queja. Existen aguachiles de todos los colores: verdes, rojos, incluso negros. Con carne de res, pescado o marisco.
Te compartimos la receta de Benjamín, que es parecida a la que prepara la chef Lula Martín del Campo en su restaurante Marea. Le pone un par de cositas más para amenizarlo y es sabrosísimo.
Foto: Paloma García Castillejos