Tres poemas de mesa traducidos por Aurelio Asiain.
EL PESCADO
Billy Collins
Tan pronto como el viejo camarero
puso ante mí la orden, el pescado
se me quedó mirando
con ese ojo plano iridiscente.
y cara de qué lástima me das
comiendo solo en ese restaurante
espantoso, bajo una luz inhóspita
y entre atroces murales de Sicilia.
—También tú me das lástima, arrancado
del mar y ahora ahí tendido muerto
junto a papas hervidas, aquí en Pittsburgh
—le respondí alzando el tenedor.
Así mi cena en la ciudad ajena
de ríos y de puentes encendidos
se roció con limón y vino frío
pero también con compasión y pena
aun ya ido el plato y la cabeza
del pescado mirándome y la bóveda
de sus huesos terriblemente expuestos,
con solo perejil como mortaja.
ECHALOTE
Richard Wilbur
Los dientes llenos
de tus nalgas, la curva
convexa de tu panza,
la raja de tu sexo:
de este bulbo, plantado
con recios muslos,
surgen el fino tallo
y la radiante flor.
TE DEUM
Charles Reznikoff
No es por las victorias
por lo que canto,
pues no tengo ninguna:
es por el sol de todos,
la brisa,
la generosa primavera.
No es por la victoria
sino por la labor diaria cumplida
tan bien como he podido;
no es por un asiento en el estrado
sino en la mesa de todos.