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Celulares, los invitados incómodos en la mesa

Por Animal Gourmet

Quiero compartir con ustedes un tema que me tiene preocupado. Soy producto de un padre mexicano que me enseñó que sentarse a la mesa era un ritual y de una mamma italiana que gritaba: ¡A tavolaaaa che la pasta e prontaaaa!

Yo no tardaba en llegar al lugar que me correspondía y mi emoción era tal que cuando empezaba a comer, sin darme cuenta, me quitaba los zapatos haciendo la maniobra con los pies y empezaba a cantar. Mis papás se volteaban a ver y les causaba mucha gracia, pero me soltaban el clásico: “el que come y canta loco se levanta”, o su equivalente en italiano, “chi canta a tavola e al letto e matto perfetto”. Entonces aprendí a moderarme.

Hay muchos elementos que hacen que el momento de comer sea placentero. El primero: un buen plato de comida; después una bonita mesa, flores; buena compañía, buen servicio, buenos modales y este es el punto del que quiero hablar, de cómo se han ido relajando.

Mi madre me cuenta que ella tenía que comer con la servilleta detenida con los antebrazos y codos. Si la servilleta no se caía significaba que habías cumplido con la postura correcta de la espalda, los codos quedaban fuera de la mesa, etcétera.

Desde luego en su época tampoco podías interrumpir a un adulto y tenías que pedir permiso para hablar. A mi generación todavía le enseñaron reglas en la mesa, aunque ya más relajadas, pero independientemente de lo educados que podamos ser o no, llevamos ya 20 años con un ingrediente que mata nuestros modales y envenena nuestras comidas: el celular en todas sus versiones (iPhone, Nextel, Blackberry, la que sea).

Todos llegamos con el smartphone y lo ponemos sobre la mesa como si fuera un cubierto o un plato más

Los celulares se han vuelto los protagonistas de muchas de nuestras comidas y le quita importancia a cualquier buen platillo y buena conversación. Todos llegamos con el smartphone y lo ponemos sobre la mesa como si fuera un cubierto o un plato más, y nos cuesta trabajo dejar de verlo y bueno, cuando se nos acaba la pila parece que nos estuvieran cortando un brazo.

Una anécdota. Hace como siete años estaba comiendo con un amigo en El Litoral de Azari Cuenca, en La Condesa. Mi amigo llevaba dos celulares: el de cajón más el Nextel para el radio y ambos sonaban sin parar, con tonos de sirena de policía.

Nuestra vecina de mesa era la escritora Ángeles Mastretta, que comía con algún intelectual del que ahora no recuerdo el nombre. Cada vez que sonaban los aparatos (cada tres minutos) nos volteaba a ver con ojos de reprobación y con toda razón. Cuando se retiró del lugar nos dijo: “¡Qué horror, nos echaron a perder la comida!”.

Ahora que me fui unos días de vacaciones había una mesa de cinco niños, los papás comían en la mesa de junto y cada niño llevaba su iPad como instrumento indispensable y sólo hablaron entre sí para comentar cuántas vidas más tenía el juego. La comida ni la voltearon a ver.

Todo aquello me ha hecho reflexionar sobre los sanos intentos, por parte de gente cercana, para regresar a las buenas costumbres. Les cuento algunos ejemplos.

Su teléfono es “vintage” y que lo tiene sólo para hablar

Una amiga que recién llegó a México, después de una estancia de 10 meses en Berlín, ya no saca el celular de su bolsa mientras estamos en la mesa y me dijo que después de ver como es la relación de los alemanes y su teléfono, no puede regresar a la mala educación. Otro amigo sacó su celular sólo para enseñarme un telefonito como de hace 15 años y me dijo muy orgulloso que su teléfono es “vintage” y que lo tiene sólo para hablar y mandar un mensaje, en caso de ser muy necesario.

Y el último ejemplo, una pareja de amigos me invitaron a comer a su casa. Su comida y  conversaciones siempre son de primera y te reciben con un canasto, como el del pan, para que deposites tu celular. No por imponer, sino para entrar a un ambiente más relajado, lo cual me pareció maravilloso.

Tengo dos hijos adolescentes e impuse la regla de fuera celulares mientras comemos. Quiero que regresemos a disfrutar de una buena comida sin “intrusos” en la mesa.

En algunos países ya hay restaurantes que prohiben el celular, estoy segura ello es resultado de conductas como las de mis conocidos. Felicito a los que saben llevar una buena relación con su teléfono y respetan la mesa y sus comensales, sigamos su ejemplo.