Se dice que este tradicional platillo italiano se originó en la Segunda Guerra Mundial cuando los alimentos e ingredientes para alimentar a las tropas en batalla eran pocos.
Es uno de los magníficos ejemplos donde menos es más. Solamente tres ingredientes primarios con sal y pimienta pueden hacer una salsa excepcional y aquí les decimos cómo y en qué cantidades utilizar tres elementos que emulsionados curan cualquier tristeza: tocino, huevo y queso.
El famoso Carbonara nos encanta por su versatilidad. Lo mismo se ofrece como plato fuerte en una cena formal o se prepara para ver la tele con familia (es favorito de los niños). Verán que es muy fácil prepararlo y se convertirá en poco tiempo en una de esas recetas clásicas de casa que en poco tiempo dominaras para prepararla con desenvoltura y frecuencia.
Ingredientes (para 4 personas)
200 gramos de spaghetti
1 diente de ajo
4 rebanadas de tocino
1 cucharada de aceite de oliva
50 gramos de queso parmesano fresco rallado
3 huevos
Sal
Pimienta
Preparación
En una olla grande hervir mucha agua con un poco de aceite de oliva, sal y un cuarto de cebolla. Agregar la pasta y cocinarla removiendo un poco para que no se pegue. Bajar el fuego y dejar cocer por unos 8 minutos hasta que esté al dente (cuando al partirla con un cuchillo haya desaparecido el centro blanco y menos cocido de la pasta).
Iremos preparando la salsa mientras tanto. Aplastar el diente de ajo y cortar el tocino en trocitos como de un centímetro de ancho. Calentar un sartén a fuego bajo y añadir el aceite de oliva, el tocino y el ajo hasta que el tocino quede crujiente y la grasa desaparezca. Quitamos el ajo y retiramos el sartén del fuego.
Batir los huevos en un tazón y mezclarlos con la mitad del queso rallado. Salpimentar.
Cuando el spaghetti esté listo, reservamos una taza del agua donde se coció la pasta y escurrimos la pasta en un colador. La incorporamos en el sartén con el tocino y le añadimos dos cucharadas del agua que reservamos y la mezcla del huevo.
Revolvemos un poco en el sartén que aún está caliente, pero no en la estufa, para que el huevo crudo se convierta en una salsa cremosa en unos segundos.
Servir con más queso parmesano por encima con un poco de sal y pimienta.
