Tienen el mismo nombre pero no tienen ingredientes similares, aunque son ambos muy frescos y se preparan con productos crudos; hoy hablamos no del andaluz sino del gazpacho moreliano.
Es una receta local muy local y se conforma simplemente de fruta y queso, en mucho mayor medida lo primero que el segundo, y que juntos armonizan un delicioso y refrescante matrimonio clásico de las calles de la capital michoacana.
Es una combinación de frutas picadas que, vertidas en un vaso, se mezcla con jugo de naranja, queso local, chile en polvo y, en ocasiones, limón y cebolla.
El tradicional está hecho con jícama, mango y piña pero en los mismos puestos y locales también ofrecen la opción más variada y colorida con sandía.
Y como sucede con las especialidades locales, al cliente lo que pida. Las preguntas al llegar a ordenar un gaspacho moreliano comienzan inmediatamente por parte del marchante: “¿chico o grande?, ¿cuánto queso, o sin queso?, ¿con chile y cebolla?”. Las opciones son casi infinitas.
Para probarlo visitar Morelia es obligado, pero mientras tanto les compartimos una receta básica de gazpacho para preparar en cualquier lugar del mundo y hacer honor a los antojitos michoacanos en algún día de verano.
Se coloca la fruta en un refractario, se revuelve en un recipiente y se sirve en vasos individuales como un coctel de fruta. Aderezar con jugo de naranja, de limón, sal, chile y queso cotija.