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Churros por amor al cuento

Por Mariana Toledano

Puede que no exista profesión menos reconocida que la de churrero. Da igual lo rico que puedan salirles los churros que cualquiera pensará que lo suyo no tiene mérito: basta con apretar la churrera y, ¡ale!, los churros salen como su propio nombre indica… Pero ¿qué hay de la masa? ¿De la calidad, cantidad y temperatura del aceite? ¿Del momento exacto en el que hay que sacarlos para que queden crujientes?…

Todo lo contrario ocurre con otras disciplinas. La literatura, por ejemplo, se encuentra, según Kike Cherta y Víctor García Antón, en un pedestal del que ellos pretenden bajar: «Basta ya de llamarla de usted, queremos tratarla de tú». Por eso se han convertido en churreros de cuentos.

En Cuentoscomochurros.com la cocina está abierta todos los días. Los dos escritores se propusieron escribir un cuento al día a partir de los ingredientes sugeridos por los propios lectores: una imagen, una canción, un vídeo… «Pensamos que sería bonito involucrar a los lectores, que el cuento naciera de ellos, de sus ingredientes». A partir de estos, Cherta y García Antón amasan el churro-cuento y lo meten en la freidora.

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En los algo más de 100 días que lleva abierta, la churrería ha conseguido más de 10.000 clientes de cerca de 80 países. «Entre los que nos leen hay gente de todas las edades. Eso sí, las mujeres son mayoría. Tenemos también un alto seguimiento entre amantes de la fotografía, que saben apreciar la calidad de los ingredientes que nos mandan».

Se lo toman sobre todo como un proceso de aprendizaje, una aventura que surge por amor al cuento. «Mucha gente nos pregunta por nuestro modelo de negocio. Al final vamos a pensar que somos tontos del bote. Pero lo cierto es que en ningún momento nos planteamos ganar dinero con Cuentos como Churros. Evidentemente, la web nos sirve de escaparate, nos da un nombre y nos sitúa. Y, al terminar, sería bonito tener un libro impreso, aunque fuera mediantecrowdfunding. ¿Pero ganar dinero? Lo vemos complicado».

Ambos coinciden en que, durante el proceso de creación, el apoyo del compañero churrero es esencial («nos ayudamos continuamente, por eso no firmamos los cuentos»), así como todas las historias que han leído, visto y devorado a lo largo de su vida ( «¡Ñam!!»).

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En cuanto al tiempo que necesitan para cocinar un churro, depende. «Es difícil de decir. Hay churros largos y cortos. Depende del día y depende del churrero. Además, hay cuentos que comenzamos y dejamos en barbecho, para retomarlos días después. Otros salen del tirón, bien endulzados. Digamos que, cuando estamos muy inspirados, unas tres horas; y cuando no, unos tres días».