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Mujer oaxaqueña. //Foto: Érika Choperena.

Las mujeres que alimentan a México pero no se ven

Por Érika Choperena

El lugar de las mujeres es en la cocina. ¿Cuántas veces has escuchado esta frase como si fuera un insulto? Durante muchos años fue una forma despectiva de denigrar ambos conceptos -mujer y cocina- y verdaderamente no hay nada más carente de fondo que esa aseveración.

En la cadena de producción, preparación y servicio de comida, la mujer es una pieza clave en cada uno de los procesos pero son invisibilizadas de muchas maneras. Aunque los tiempos han cambiado, las mujeres que alimentan no solo mueven al país, también al mundo.

Los datos oficiales arrojan que solo entre el 11 y 12% de las mujeres rurales trabajan en el campo, sin embargo, por lo general existen sembradíos en los traspatios que se usan para alimentar a la familia, en estos el 85% de las mujeres asegura trabajar pero esto no entra en la estadística.

Mujeres que alimentan, las olvidadas

Las mujeres que alimentan, en los mejores casos venden comida en una fonda o un puesto montado en la calle con un comal y una mesa con guisados. También lo hacen en casa, a su familia o a la de alguien más.

El trabajo no remunerado de las mujeres es un tema puntual de la agenda feminista. Pero no tendría que ser exclusivamente de ellas; se puede traducir en un tema de interés social y económico ya que representa alrededor del 23.5 de PIB Nacional según datos del INEGI.

La limpieza, el mantenimiento del hogar, las labores de cuidado, apoyo y alimentación -que no solo se basa en dedicar un tiempo del día al ir por los ingredientes sino también en prepararlos- son algunas de los puntos que se toman como trabajo no remunerado y que no se ven. Parece un designio natural, tareas dadas desde el nacimiento dependiendo del sexo. 

Sin estas tareas el desarrollo de la vida cotidiana simplemente no sucedería pero es completamente invisible: estas labores son efectuadas en su gran mayoría por mujeres, de hecho, el número en el que ellas encabezan una familia aumentaron al doble del 2000 al 2015.

Esto significa, en muchos casos, que además de trabajar para llevar sustento a casa se deben realizar labores del hogar y crianza.

Poner foco en el tema de la alimentación es importante, tan solo este rubro aporta el 4.6 del PIB Nacional

Manos que elaboran dulces… nunca ociosas 

Manos fecundas e inmensamente ocupadas 

Manos laboriosas que conocen el secreto de la vida 

Siempre abiertas para sembrar justicia y nuevas relaciones

MANOS DE SEMBRADORA de CORA CORALINA (Brasil). Adaptación libre de Helena Porteros.

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Madre e hija oaxaqueñas. // Foto: Érika Choperena.

Alguien tiene que hacer el trabajo

De acuerdo con los cálculos de la FAO, si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos de los hombres podrían producir entre un 20% y un 30% más alimentos en el mundo, tomando en cuenta que ya producen la mitad de éstos.

En Centroamérica existen organizaciones que formaron colectivos o cooperativas como ALANEL y CONAMUCA y se enfocan en las mujeres campesinas. El objetivo es obtener derechos sobre la tierra que trabajan pero también en algo que muchos ven innecesario: su salud emocional. 

Cuando una mujer mejora su ánimo y recupera el autoestima revalora su existencia; se saben seres pensantes y capaces de tomar decisiones. Esto, más que un regalo es un reconocimiento a todo el trabajo que hacen diariamente.

“La gestión y la producción se fundan en las desigualdades de género y las mujeres; a través del tiempo, han vivido su relación con la tierra, como una labor de “ayuda” y no como la fundamental, que es alimentar a las y los otros.”

Sara Lovera, periodista y activista feminista mexicana.

mujeres que alimentan

Panadera nayarita. // Foto: Érika Choperena.

A gran escala también sucede

No solo las mujeres que alimentan desde el hogar, en fondas o negocios callejeros son invisibles, a las coineras profesionales en el mundo también padecen algo de todo este problema.

Para esto se creó Women Chefs and Restauranteurs, una organización internacional que busca comunicar la desigualdad en el ámbito culinario entre mujeres y hombres.

En la industria tan solo el 6% dirige una cocina o es propietaria de algún restaurante.

En el documental A Fine Line estrenado en 2018, grandes chefs como Dominique Crenn y Bárbara Lynch hablan de la gran brecha de género en la industria. “Es más fácil para una mujer convertirse en CEO que en jefa de cocina”, es la frase con que abre.

Queremos conocer la historia de nuestras lectoras. Participa en esta dinámica y cuéntanos con ilustraciones, audio, texto, imágenes o video Cómo llegó a tu vida el feminismo.
Nosotras haremos una publicación con las respuestas para que se escuche la voz de todas.