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Foto: Paloma García Castillejos

Un paseo por el huerto Tamoanchan, un paraíso de vegetales orgánicos

Por Paloma García Castillejos

Existe un mito en la cultura prehispánica que hace referencia a un sitio paradisíaco donde habitaron los primeros hombres y dioses llamado Tamoanchan. En él habían toda clase de flores, árboles, plantas y frutos, era el hogar al que todos buscaban volver aún después de la muerte.

No hay forma de saber dónde se encontraba ni si era un lugar geográfico existente en realidad pero en casi afirmativo, los dedos de los arqueólogos apuntan a Morelos. Hoy se hace un homenaje al Edén precolombino en un huerto donde todo convive en equilibrio y la naturaleza impera sobre lo demás.

Vegetales orgánicos al pie del Tepozteco

Hace aproximadamente siete años, Georgina García Gleason llegó a Tepoztlán como un respiro en su carrera y decidió emprender camino en el negocio de los huertos orgánicos.

Al paso de los años, lo que comenzó como un proyecto pequeño que abastecía algunos productos que llenaban su canasta básica y la de su familia se transformó en dos hectáreas de pura salud recreada en vegetales de una calidad que se explica al echar un vistazo al cuidado del espacio y la fertilidad del suelo.

huerto tamoanchan

Ella es Georgina, fundadora de Tamonachan. // Foto: Paloma García Castillejos

Es uno de los únicos sitios en el estado con una certificación que avala a todos los productos cultivados ahí como orgánicos. No es una tarea fácil pero han logrado ser distribuidores de varios restaurantes en Tepoztlán, Cuernavaca y Ciudad de México.

Caminar por los surcos -cuidadosamente formados en cada uno de los invernaderos- es descubrir aromas y texturas distintos de los productos que damos por conocidos. Las zanahorias son de colores, los betabeles marcan el paso; por su parte, las hortalizas pintan de distintos tonos de verde el paisaje.

flor de calabaza

Foto: Paloma García Castillejos

La maduración de los jitomates, la floración del pepino, la existencia de vida alrededor de las plantas; todo está ahí haciendo un auténtico cielo en la tierra así como los prehispánicos concebían a Tamoanchan.

En la otra parcela viste al Tepozteco una milpa construida de diversas especies de maíz nativo, calabaza, tomatillo de milpa y más hortalizas. A diferencia del huerto, no hay lonas ni mallas que hagan de invernadero y las plantas silvestres forman parte del ecosistema de manera natural.

Un huerto y milpa en las faldas del Tepozteco. // Foto: Paloma García Castillejos

Todo lo que se cultiva está al alcance de quien quiera consumirlo.

Los retos de tener un huerto orgánico

Pero la cosa no es tan sencilla como sólo sembrar y cosechar. Tamoanchan es un equipo de siete personas que, lideradas por Georgina, dan vida y cuidan a la semilla desde la siembra hasta la venta.

Las plagas no son cosa menor. Como no se puede tener un control absoluto del crecimiento y desarrollo saludable de cada especie, se utilizan productos orgánicos determinados para cuidar que todas las plantas crezcan sanas y sin ningún químico tóxico para la salud humana.

Las canastas de hortalizas de Tamoanchan. // Foto: Paloma García Castillejos

Durante la pandemia, se ha dedicado además a producir canastas domésticas con lo más fresco para los tepoztecos y los tepostizos. Entre hinojos, lechugas, coles y hierbas de olor, lleva lo mejor de la tierra al consumo diario.

El negocio crece, por lo que cada día se requieren más manos que colaboren a sembrar en los clientes las ganas de comer mejor. Damiana, la encargada de ventas y marketing, también conoce el proceso de cada planta y colabora con las labores del campo cuando hace falta.

tomates de milpa

Foto: Paloma García Castillejos

Tamoanchan es un espacio donde tiene cabida el aprendizaje. En la milpa, los niños de la comunidad aprenden el proceso de la tierra y se involucran en el cuidado de las especies endémicas.

Así como en el edén del preclásico, este huerto conecta con lo más profundo del ser humano mediante la naturaleza: su alma.

Instagram: @tamoanchanhuertaorganica