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Gastronautas, en la defensa de la comida sana y sustentable

Por Animal Gourmet

Hace una década mi compañera Gloria Ribé y yo adquirimos un pequeño terreno en el poblado de Jalmolonga, en el municipio mexiquense de Malinalco. Aunque hasta ese momento yo había sido un nómada irredento, el paisaje paradisíaco, el benéfico clima del lugar, la abundancia de agua y la ilusión de Gloria por fincar en algún buen lugar de este planeta me convencieron de que ahí podríamos crear nuestro centro de operaciones.

Lo que comenzó como un pequeño proyecto ahora es una opción de sustento para una comunidad mexiquense. // Foto: Animal Gourmet.

Lo que comenzó como un pequeño proyecto ahora es una opción de sustento para una comunidad mexiquense. // Foto: Animal Gourmet.

Muy pronto nos relacionamos con los habitantes del pueblo, casi todos campesinos con una muy buena disposición a la conversación, al buen humor y a la música a todo volumen (que afortunadamente han ido moderando con el tiempo), y la vecindad de fuereños que hemos empezado a llegar buscando la paz y la armonía de una privilegiada naturaleza. Afortunadamente, también los “extranjeros” que usufructuamos el paisaje con singular entusiasmo coincidimos en que debemos regresar algo de la maravilla que recibimos. Así, se ha logrado ofrecer una mejor educación a los niños de primaria y secundaria, hay mejor acceso al pueblo que hace unos años y poco a poco se han ido mejorando también los servicios e infraestructura, que como toda comunidad rural de este país se encontraban en estado de proverbial indefensión.

Se ha logrado ofrecer una mejor educación a los niños de primaria y secundaria

El caso es que las condiciones geográficas y climatológicas del lugar lo hacen ideal para la producción agrícola, tan necesaria si queremos sobrevivir como país, considerando además que México es, a pesar de todas nuestras alucinaciones globalizadoras, transgénicas y maquiladoras, un país de evidente y eminente vocación agrícola. A pesar de las potencialidades de esta tierra, en que crece casi todo lo que se siembra, los campesinos han dedicado su trabajo por generaciones a cultivos de maíz, caña y arroz con el resultado previsible que no han pasado de ser productores que apenas rebasan el propio sustento cuando les va bien.

En años recientes se ha vuelto más rentable alquilar la tierra para los floricultores morelenses y mexiquenses cercanos, que han buscado la sobreexplotación del terreno de siembra por medio de abonos y pesticidas químicos de gran agresividad. El resultado es que en lugares aledaños han empezado a aparecer graves enfermedades en recién nacidos. Como en prácticamente todas las regiones campesinas de México, aquí se ha vuelto motivo de supervivencia volver a ser tan orgánicos como fuimos durante cientos y -para no quedarnos cortos- miles de años en nuestras prácticas agrícolas.

Volver a ser tan orgánicos como fuimos durante cientos y -para no quedarnos cortos- miles de años

Con estos antecedentes hace unos siete años Gloria y yo, ambos practicantes de una especie en extinción: productores de programas audiovisuales educativos y culturales, nos animamos a iniciar un proyecto de producción de agricultura orgánica en un terreno de mil metros que empezamos a adaptar para ese fin. Con el trabajo paciente y concienzudo de nuestros vecinos campesinos adaptamos un espacio para la composta, tan necesaria para enriquecer la tierra, y formamos las camas o melgas -como les dicen por acá- para la siembra.

En el terreno cultivsan una gran variedad de lechugas y espinacas. // Foto: Especial.

En el terreno cultivsan una gran variedad de lechugas y espinacas. // Foto: Especial.

Conseguimos una buena dotación de semilla e iniciamos la siembra con resultados sorprendentes. Gracias a que el terreno había estado en reposo más de dos décadas, lógicamente sin sufrir la agresión de los temidos agroquímicos, en un par de semanas empezó a brotar una mezcla de lechugas en la que las variedades de roble rojo, mostaza, mitsuno y tatsoi, se mezclan con arúgula y espinaca en una ensalada de concurso. Poco a poco hemos empezado a distribuir este producto a restaurantes de Malinalco y de la ciudad de México, así como a algunos entusiastas comensales bajo el rubro de “Los Gastronautas”, junto con otras hortalizas como la espinaca, la calabaza alargada o zucchini y el hinojo.

Ahora esperamos cómo se da el espárrago y el chalote, y estamos en constante campaña de experimentación y capacitación para evitar una que otra plaga que ha resultado tan gastrónoma como nuestros mejores clientes, y para lograr contribuir a hacer de esta región una región orgánica.

En próximas fechas esperamos abrir la primera fonda verde en la parcela orgánica e iniciar así un proyecto agricultural para los vecinos del lugar y para visitantes entusiastas.

Cualquiera que sea el resultado estamos convencidos que más temprano que tarde Los Gastronautas, como todos los proyectos de producción agrícola orgánica que se organicen en el país, será un proyecto sustentable, con beneficios para la salud, el bolsillo y sobre todo del paladar de quienes alguna vez fuimos todos orgánicos.

Si deseas contactarlos o hacer un pedido, te dejamos su correo electrónico: [email protected]