Lo sabemos: modificar hábitos de consumo es una de las cosas más difíciles de cumplir en la vida cotidiana y la cocina.
En aras de hacernos la vida más sencilla, la industria alimentaria creó decenas de productos que, por supuesto, facilitaron las tareas en la cocina, pero a un costo altísimo: atiborrar de químicos, aditivos y conservadores a aquellos alimentos que supuestamente deberían nutrirnos.
Aquí algunos ejemplos:
El aceite de soya, maíz y otros están altamente procesados y contienen enormes cantidades de omega 6 y grasas poliinsaturadas que consumidas en exceso pueden dañar el corazón.
Mejor opta por el aceite de aguacate o de oliva extravirgen.
Sal, sal, sal. La Asociación Americana del Corazón recomienda no consumir más de 2,300 miligramos de sodio al día; solo una lata de este tipo de cremas contiene 870 miligramos de sodio.
Si la comparamos con la mantequilla, podemos decir que ésta sólo tiene dos ingredientes: sólidos de leche (proteínas) y grasa. No hay necesidad de adicionar nada y la elaboración consiste más en un cambio físico que de una reacción química.
Contiene grasas saturadas y se elabora con aceites procesados.
Aunque no tienen calorías, este tipo de productos son unas 700 veces más dulce que el azúcar natural y por eso mismo tienen el efecto de antojarte más cosas dulces en el día.
Muchas marcas de crema de cacahuate tienen aceites vegetales hidrolizados que pueden aumentar el nivel de colesterol en la sangre. Lo mejor es utilizar mantequilla de maní natural que solo está elaborada con cacahuates y sal.
Los yogures de sabores reducidos en grasa no son necesariamente bajos en azúcar. De hecho, muchos de estos productos tienen muchísima azúcar para compensar la falta de grasa.
Esto no tiene nada que ver con la miel de maple 100% natural, que es excelente fuente de magnesio, potasio y calcio. Este producto es una combinación de jarabel de maíz altísimo en fructosa, sabores artificiales, colorantes artificiales y más.
Recuerden: este tipo de productos light o sin grasa generalmente tienen que compensar la falta de grasa con algo, y ese algo es azúcar, sal y otros aditivos. No tiene calorías, pero tampoco es saludable.
Las latas de vegetales contienen muchísima sal, sirope de maíz, aceites vegetales procesados y conservadores. ¿Saludable? Mmm.
Si las latas de verduras tienen mucha sal, las de frutas tienen muchísima azúcar (¡unas 20 cucharadas por lata!), aditivos y sabores artificiales.
Cuando te sirves una ración de este tipo de caldo consumes de 500 a 800 miligramos de sal. ¿Recuerdan que solo se recomienda consumir 2,300 mg de sodio diariamente? Echarte una ración de este caldito es como si te comieras tres órdenes de papas a la francesa.
Esto no conserva absolutamente ningún nutriente, por lo que se le añaden vitaminas sintéticas.
Estos jugos son altísimos en azúcar y, además, ¡se les añade más azúcar! Mejor licúa frutas reales, añádele hojas verdes y listo, tendrás toda la fibra nutritiva que necesitas.
Aunque sí tiene menos calorías que el de cerdo, es más saturado en grasas y sodio (lo que no es bueno para tus arterias ni tu presión).
El puerco ofrece más proteínas y grasas monoinsaturadas que el pollo.
Siempre tienen siropes, aditivos y muchísimas calorías. No hay nada saludable en ellas.
Solo una porción de leche condensada tiene 22 gramos de azúcar y 40 miligramos de sodio y carece de vitaminas y nutrientes que ofrece la leche animal o vegetal.
Si ya quieres hornear un postre en casa hazlo todo desde cero, será mucho más rico y saludable. Este tipo de bases para pay tienen aceites procesados, sirope de maíz, azúcar y sabores artificiales.
Tienen de todo, menos nutrientes: colorantes, saborizantes artificiales y aditivos.