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Foto: Paloma García Castillejos

Oda a los dogos sonorenses: la forma mexa de entrarle a los hot dogs

Por Animal Gourmet

Hay mucha sabrosura al pasear por la comida del norte de México. Sonora es un estado que lo tiene todo, desde playas vírgenes donde se capturan los mejores mariscos para preparar en crudo hasta urbes gentrificadas donde los trasnochadores no perdonan un par de dogos sonorenses.

Esta comida callejera es una interpretación de los hot dogs americanos pero hechos a la mexicana, lo que quiere decir que no escatiman en antojos y monchis. Es un plato democrático: se puede aderezar con delicadas cebollas caramelizadas o bien con un bonche de Ruffles de queso hechas pedacitos… o las dos cosas.

¿Con todo tus dogos sonorenses?

Comencemos por el contenedor de toda la sabrosura: el pan. No son medias noches cualquiera, es un bollo más grande y esponjoso en el que cabe no solo una salchicha de buen tamaño sino todos sus adornos. Primero se calienta al vapor y después se pasa a la plancha para tener esa costrita crujiente que le dará textura.

Lo siguiente es pensar en una salchicha de res de buen tamaño, nada de las de súper que son muy pequeñas. En los puestos callejeros la cocinan a la plancha al momento, lo que le da un toque ahumadito espectacular. Una gran forma de darle un upgrade es envolverla en tocino y disfrutar sin culpa.

Una de las magias es que en todos los puestos de dogos sonorenses hay una barra llena de guarniciones para enchularlos y dejarlos justo como se te antojan. Hay desde los clásicos aderezos de mayonesa, cátsup y mostaza pero la imaginación vuela hasta ofrecer también chiles encurtidos, salsas, vegetales y hasta papitas de bolsa trituradas.

En Ciudad Obregón la base de los condimentos es una mezcla de cebolla morada, cebollitas caramelizadas, jitomate, mayonesa, mostaza y salsa huichol. Por otro lado, en Hermosillo le agregan lechuga, chorizo, queso, pepino y todo lo que se le antoje al doguero ofrecerte.

Entre panes, tortillas y antojos callejeros

La riqueza gastronómica de Sonora hace que cualquier comida se convierta en un manjar. Conocidos por tener la mejor carne del país, son expertos en prepararla y sacarle brillo en todas sus recetas aunque no solo por las reses se conoce al estado sino por sus magníficos mariscos extraídos directito desde el Mar de Cortés.

Las tortillas de harina son un obligado en las mesas sonorenses. Dice la tradición que deben ser grandes -aproximadamente de cincuenta centímetros de diámetro- y tener lunares que delaten su correcta cocción. Con ellas se preparan burritos y percherones que, aunque no lo creas, sí son especialidades mexicanas.

Una de las joyas del estado es el chile chiltepín, el cual, entre otras cosas, fue el responsable de que exista el aguachile sinaloense. En Sonora lo aprovechan para hacer salsas y condimentar prácticamente todo; es una pequeña esfera muy picante que suele encontrarse en seco porque su cultivo y comercialización es limitada.

El abanico de colores y sabores del norte es abundante y cada ciudad tiene sus peculiaridades. En gustos se rompen géneros y en guarniciones para los dogos sonorenses, también.