¿Has escuchado ese mito de que, si estás muy triste o muy feliz, se te sube más el alcohol? Seguramente sí, porque es uno de los principales pretextos para tener que soportar a los mala copa y parte importante de nuestras creencias populares.
Y lamentamos decirte que ésta vez el mito es VERDADERO.
La nutrióloga Nayeli Villanueva Cárdenas, en servicio de alimentación del Hospital de Ortopedia Victorio de la Fuente Narváez del IMSS, comenta al respecto:
“El alcohol actúa directamente sobre el sistema nervioso y una situación emocionalmente inestable mientras se ingiere, puede influir en la rapidez con la que el cuerpo reacciona a los efectos del alcohol”.
La relación entre las emociones y el alcohol
No existe una causa simple, sino una interacción complicada de factores neuroquímicos, fisiológicos, psicológicos y sociales. La acción psicofisiológica y farmacodinámica del alcohol es fundamentalmente depresiva, por la reducción de la transmisión sináptica en el sistema nervioso humano.
En palabras simples: Si consumes demasiado alcohol en una noche de fiesta, causará una disfunción aguda en el cerebro que a su vez produce trastornos en el sistema nervioso central.
Tales disfunciones incluyen alteraciones en la memoria y en las funciones intelectuales de cálculo, comprensión y aprendizaje.
“El alcohol es capaz de atravesar la barrera hemoencefálica en un 90%, por lo que tiene un efecto directo en el cerebro, logrando la alteración de la corteza cerebral.
Cuando tomas alcohol, éste produce cambios bioquímicos hasta ser convertido en una sustancia llamada acetaldehído que produce una intoxicación en los neurotransmisores cerebrales y produce tetraisoquinolinas, sustancias que interfieren en el funcionamiento neuronal.
El sueño del alcohol
También son reconocidas las propiedades sedantes del alcohol sobre algunas áreas del cerebro. Gracias a este efecto sedante-hipnótico, se inhibe la sinapsis neuronal (comunicación entre neuronas), producida por el neurotransmisor GABA.
Este neurotransmisor actúa en varias regiones cerebrales y producirá los más variados efectos sobre ese comportamiento tan extraño que incluso protagoniza memes como el de “Si ya saben cómo me pongo, pa’ qué me invitan”.
Pero esto es lo que sucede en una disfunción aguda de una sola noche. Si consumes grandes cantidades de alcohol en base diaria, estas disfunciones comienzan a hacerse permanentes, además de las que ocurren en otras partes del cuerpo, como el hígado.
Si tomas demasiado por mucho tiempo, puedes matar a tu hígado… literal
“A nivel hepático, donde tiene lugar en su mayoría el metabolismo del alcohol, se generará un hígado graso alcohólico, por lo que aumentará su tamaño (la famosa panza chelera)”.
Si el consumo continúa, el hígado comenzará a morirse, por lo que generarás necrosis e inflamación grave, conocida comúnmente como hepatitis alcohólica.
Y si a pesar de todo esto, sigues consumiendo alcohol se desarrollará cirrosis.
Según Villanueva, otro factor que influye enormemente en el buen (o mal) metabolismo del alcohol, es el sexo:
“Las mujeres toleramos peor el alcohol que los hombres ya que tenemos menor cantidad de enzimas metabólicas que ellos. Además, las concentraciones de alcohol en la sangre son mayores en la mujer, ya que tenemos mayor cantidad de grasa subcutánea y un volumen sanguíneo menor”.
Así que ya sabes, sabemos que estás eufórico por las fiestas, pero trata de beber con moderación porque sí se te sube más el alcohol cuando estás triste o feliz. Y si quieres saber si tomar diferentes tipos de alcohol hace que “te cruces”, pasa por aquí.
