drag_handle

Los 300 platos de Moctezuma: el proyecto que busca recrear una vajilla prehispánica

Por Mayra Zepeda

Uno de los rituales que se observaba todos los días en la antigua México Tenochtitlan era la comida del Tlatoani o gobernante. Las fuentes históricas nos mencionan que se le servían más de 300 platos de 30 guisados diferentes. Hernán Cortés cuenta que “al tiempo que traían de comer al dicho Montezuma, asimismo lo traían a todos aquellos señores tan cumplidamente cuanto a su persona, y también a los servidores y gentes de éstos les daban sus raciones”.

En las cocinas del palacio se ponía un gran empeño en preparar una comida digna de la divinidad del soberano azteca, acostumbrado a comer de forma suntuosa y ceremonial todos los días.

Desde muy temprano se molían los maíces para preparar el nixtamal. Con él se elaboraban primero los tamales que se cocían desde la mañana. Estos se rellenaban con carne de pescado de la laguna, de ancas de rana y de pato.

El resto de la masa quedaba lista y las tortilleras comenzaban a echar tortillas en el comal que luego guardaban en unos tompiates tejidos de palma gruesa cubiertos de un pañizuelo de manta limpio. Las hacían variadas, algunas de ellas enrolladas antes de entrar en el tompiate. Se cuidaba de mantenerlas en los canastos cerrados y cerca de los comales, para que no se enfriaran.

Para los guisados se usaban una infinidad de verduras: había calabacitas, esquites de elote tierno, jilotes cocidos, quelites al por mayor, nopales, huauzontles, aguacates, tomates y jitomates.

Se preparaban ensaladillas frescas y guisos condimentados con las distintas calidades de chiles.

Las carnes se preparaban según sus características. Era común ver a las aves asadas en unas varas de otate, sobre todo los guajolotes que asombraban por su gran tamaño. Con la carne de venado se hacían tiras que se secaban al aire y que se comían a mordiscos para acompañar una tortilla.

Con los huevos de guajolote se preparaban unas suflés aderezadas con escamoles, mientras que los gusanos de maguey se guisaban con tomate, chile y epazote. Los chapulines se disponían en pequeñas jícaras para que cada comensal tomara a su gusto.

Las carnes de perros y jabalís se guisaban en molli o salsas. Estas podían ser elaboradas con tomates y jitomates y con los chiles secos a los que se les agregaban cacahuates y pepitas de calabaza.

Al punto del mediodía las viandas estaban listas en las cocinas del palacio. Se esperaba la señal del maestro de sala para comensar su servicio.

¿Podríamos cocinar de esa manera hoy? Quizás, pero para ello nos falta la vajilla de Moctezuma. Así que a lo largo del primer semestre del 2016, el Centro de Investigaciones en Diseño Industrial (CIDI) de la Facultad de Arquitectura de la UNAM coordinará a un grupo interdisciplinario que incluye a historiadores, chefs, antropólogos, diseñadores y creativos que trabajarán en el diseño de la vajilla para Los 300 platos de Moctezuma.

Se trata de proponer una nueva vajilla inspirada en el antiguo protocolo mexica y que permita brindar hoy en día la experiencia sagrada de departir los alimentos como lo hacía el gran Tlatoani. El resultado tangible del mismo será una vajilla de diseño para el servicio de un menú muy particular con las siguientes características:

*Seis diseños de soportes gastronómicos para un menú degustación de 30 platillos diferentes. Estos 6 diseños se conciben como platos base y platones de servicio con un diseño estético fuera de serie.

*30 platos individuales para el servicio.

*Se aprovecharán las distintas técnicas de cerámica artesanal tradicionales de nuestro país.

Para que este proyecto se lleve a cabo estamos solicitando donativos a través de la plataforma de Fondeadora. Ahí podrás conocer más de esta iniciativa y de quienes participamos. Las recompensas por cada donativo serán comidas en el restaurante El Jolgorio.

La campaña concluye en marzo y necesitamos 110 mil pesos para hacerlo posible. ¡Te invitamos a que nos apoyes!