La primera reacción ante el agua de aguacate siempre es la misma: un poco de incredulidad, luego siguen los cuestionamientos acerca de la textura y el sabor pero al final, somos muchos los que terminamos prendada de ella y queremos beberla todos los días.
Existen muchas formas para tener una receta más que cumplidora. La que más nos ha enamorado tiene un origen peculiar: el municipio San Felipe, Guanajuato.
María del Buen Consejo García es una cocinera tradicional que ha representado a su estado en más de una ocasión. Incluso, ha llegado a ser exponente de la gastronomía mexicana ante el mundo en varias ferias de turismo.
Cuando Doña Mari comenzó a participar en las actividades gastronómicas de Guanajuato, la gente la buscaba por preparar unos escamoles con hierbabuena que ponía en una tortilla recién hecha que eran la pura gloria. Enriqueció su oferta con guisados más que apapachadores donde aprovechaba los ingredientes de su tierra.
Desde antes ya se dedicaba a la cocina; con la intención de ser un soporte económico para sus hijos, aprendió a hacer conservas y mermeladas que vendía a su comunidad. Entre las más aclamadas estaban las de xoconostle y la de tomate verde.
Y de pronto surgieron los encuentros de cocina tradicional que pusieron a prueba su creatividad. Para acompañar sus guisaditos y ampliar la oferta, se le ocurrió algo distinto a lo que se conocía en sus latitudes: el agua de aguacate.
La textura es untuosa pero no por eso deja de ser refrescante; es más, con hielo se disfruta aún mejor. Para mantener su hermoso color verde se mezcla con jugo de limón y azúcar, que equilibra y potencia los sabores sutiles del aguacate.
Anímate a probarla. Es tan buena que incluso se ha servido en festivales gastronómicos de los restaurantes Azul del chef Ricardo Muñoz Zurita.