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El mercado de España en el que venden bombas (gastronómicas)

Por Animal Gourmet

En el puesto número 28 del Mercado Municipal de Vallecas se venden bombas. También lagartos. Incluso cohetes. Se hace en horario comercial, a plena luz del día y sin más requisito que haber pedido la vez. Pero Kike Martínez, dueño de ‘Bombas, lagartos y cohetes de Vallekas’ no tiene en su puesto reptiles ni artefactos pirotécnicos, sino encurtidos. Para los neófitos en este sector gastronómico, ahí va una breve introducción: los lagartos son pepinillos que sirven de bocata para delicias de bacalao, bonito o anchoa; los cohetes son los que llevan dentro un huevo de codorniz; y las bombas son aceitunas tamaño gigante rellenas de pulpo, mejillón, queso, lomo… Las olivas dan para mucho y la banderilla solo es la punta de un iceberg que flota sobre caldo aceitunero.

La apuesta gastronómica de este negocio se entronca en la tradición. Sin embargo, a la hora de lanzar una identidad visual, ha apostado por una estética más actual, una obra capitaneada por el estudio Bendita Gloria.

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La gráfica y las banderillas maridan bien. Una afirmación osada, casi dadaista, que se han atrevido a llevar a la práctica quienes la suscriben. Alba Rosell y Santi Fuster, las cabezas pensantes de Bendita Gloria, son dos diseñadores gráficos con un gusto especial por los encargos atípicos.

Primero fue el vino, después el vermut y, siguiendo la evolución lógica de barra de bar, ahora les ha tocado el turno a los encurtidos.«Las banderillas –en especial las que elabora Kike– tienen un valor escultórico innegable, son visualmente muy pregnantes», asegura esta pareja de creativos. «La identidad que hemos realizado se aprovecha de esta cualidad apoyándose en fotografías de estos bocados».

El resultado discurre entre la contundencia de las imágenes de Juan Gatti y el encumbramiento del icono costumbrista de Andy Warhol, sin dejar de lado otras influencias. «Están inspiradas en ese ‘flash en toda la cara’ marca Terry Richardson», asegura Rosell. «Aunque en fotografía de alimentación no esté muy bien visto, nos parecía importante no perder el hi-gloss característico de las banderillas», justifica.

El trabajo de Bendita Gloria llama la atención por su acabado, pero también por el ámbito al que hace referencia. El diseño se suele relacionar con el logo de una start up, con los productos tecnológicos o con muebles caros. Prejuicios.

«La palabra ‘diseño’ a menudo se usa como sinónimo de ‘decoración’», opina Fuster. «Si en la calle oímos a alguien referirse a una silla de diseño, es muy probable que se refiera a una silla ornamental y –además– estrambótica. Así, el uso incorrecto de la palabra perpetúa connotaciones de algo banal, accesorio y fatuo a su significado», asevera. El diseño es algo menos pomposo y a la vez más elevado, e impregna todo aquello que nos rodea. Incluso las banderillas.

09-blcvk-choose-your-banderilla-posterTrabajar en un campo poco explorado no supone una dificultad añadida para Bendita Gloria. «En esencia el proceso creativo es el mismo, independientemente de lo presente que esté el diseño en el contexto del encargo», aseguran.

«Seguramente esta problemática afecte más a los clientes. Los que se atreven a dar un paso adelante, aun estando inmersos en un contexto en el que no se invierte en diseño, sin duda se enfrentan a un gran reto. Para los siguientes, la decisión es más fácil. Esto es visible por ejemplo, en la cantidad de botellas de vermú –con una evidente intención gráfica– que han salido al mercado en los últimos dos años».

Los productores de vino parece que decidieron dar ese paso hace años. Ahora les toca el turno a los encurtidos. Para encontrar buen diseño español no hace falta ir a ninguna exposición, basta con acercarse a la barra del bar más cercano.

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