Comer las doce uvas en año nuevo es una tradición divertida y que genera siempre buena vibra, sentimientos positivos, ilusiones y buenos deseos hacia el futuro.
¿Pero a quién se le ocurrió hacerlo? Pues resulta que la tradición de las doce uvas es española.
Casi en todos los paÃses en los que se ha extendido esta costumbre, cada una representa una campanada a las 12 de la noche del 31 de diciembre y originalmente esas campanadas sucedieron en la Puerta del Sol, en Madrid.
El origen histórico de comer uvas en la Nochevieja se remite a un bando municipal que un alcalde de Madrid impuso en 1882. Con la intención de mantener la paz en esta noche, se ordenó permanecer en casa a todos los que quisieran salir a recibir a los Reyes Magos y comer y beber de manera desorganizada en este dÃa de fiesta.
Las campanadas del Ayuntamiento se escuchaban en todo el centro de la capital ibérica; eran una señal de que el año viejo estaba llegando a su final. Para celebrar esto y ofrecer el ciclo entrante, las uvas hacÃan su aparición.
Fueron uvas y no cualquier otra fruta porque los vitivinicultores españoles ofrecÃan sus excedentes como una tradición para quien quisiera tener doce meses de abundancia.
Hoy en dÃa, la Noche Vieja en Madrid sigue siendo una de las fiestas más entrañables de la ciudad. La Plaza del Sol se inunda de personas de todas las Ãndoles para desearse prosperidad y abundancia.
Un dato curioso de esta costumbre española es que el 80% de las uvas que se comen en ese paÃs para recibir el nuevo año vienen del Valle de Vinalopó, en Alicante. Es una variedad de nombre Aledo con denominación de origen; es dulce con piel muy delgada, muy fácil de comer. Tanto asà que son más de 2 millones de kilos los que se preparan para esa noche.
En México se sigue esta tradición aunque las uvas son nacionales y su origen es principalmente el estado de Aguascalientes.
Al compás de las campanadas, comer uvas es una representación de esperanza para la incertidumbre del año que empieza.
Cada uva significará cada mes del año y cada una es un deseo. Hay que elegir unas buenas -sin hueso preferentemente- de buen sabor y tamaño mediano. En algunas casas es tradición bañarlas en coñac y revolcar en azúcar para dar un valor agregado.
Deseamos que elijas las mejores uvas, que tengas abundancia y que se cumplan cada uno de los doce deseos que pidas al son de las campanadas.