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"La negra", la mujer que preparaba "el chocolate del amor"

Por Mayra Zepeda

Dicen que con dos sorbos del chocolate que preparaba Jacinta “La negra”, el hombre de tus sueños quedaba prendido para siempre de tus encantos. Tanto, que no podría pensar en otra cosa que no fuera tu cuerpo, tu sonrisa, tus ojos enigmáticos y tus labios frescos con la promesa de besos húmedos.

Hace años que “La negra” murió. Era una hechicera que vivía en la ciudad de México, experta en conjuros, oraciones y hechizos eróticos, y que dejó escritas algunas de sus recetas sobrenaturales.

Esta mujer preparaba el “chocolate del amor” moliendo los granos de cacao tostado con otro tanto de canela y dos de azúcar. La mujer que quería suscitar el deseo de su hombre debía añadir en la molienda dos filamentos de su vello público y la cristalización seca del semen del amado (se podía raspar de una sábana después de una noche de coito).

El chocolate se preparaba con agua y poco antes de la ebullición se agregaban los pétalos pequeños de un jazmín fresco. Esto se preparaba en luna llena, pero nunca en invierno. Los resultados, dicen, eran inmediatos. Si él pensaba en otra mujer, la olvidaría por completo y sólo pensaría en ti.

“La negra” era visitada por muchas mujeres de toda la ciudad. Entre sus clientas no había distingos sociales: mujeres rubias y ricas, señoras del barrio de Santo Domingo, zapotecas oaxaqueñas, prostitutas de La Soledad y también hombres desdichados a los que no se les permitía aceptar su deseo sodomita.

“La negra” era vigilada. Se cuidaban a “las señoras bien” cuando entraban al barrio bravo donde se encontraba su modesta casa. Los comerciantes del tianguis la protegían, pero aún así debía dar alguna “mordida” para las autoridades. Su “coco” eran los curas metiches que se preocupaban del “efecto nocivo” de sus hechizos en la moral de la feligresía.

Sin embargo, por tratarse de chocolate, las opiniones estaban muy divididas. ¡Hasta las monjas lo bebían durante la cuaresma sin por ello romper el ayuno!