Te presentamos cinco historias que marcaron a la humanidad donde la sede era el comedor, los personajes comensales y la sorpresa, las comidas.
En estas reuniones, los invitados resultaron tener algo más que buena digestión y tuvieron grandes ideas que trascendieron. Porque la comida es un agente de cambio y un elemento que camina y evoluciona de la mano con las personas.
El equipo del veneno
Harvey Wiley, padre de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), se ganó el reconocimiento después de envenenar lentamente a muchos hombres.
Así es, a finales del siglo XIX, la comida estadounidense no era tan nutritiva: el jarabe de maíz contenía morfina, los chícharos enlatados lucían verde fosforescente y químicos aditivos como el bórax (veneno para hormigas) y el sulfato de cobre (pesticida) eran bastante comunes.
Mmm, veneno… http://transistor.prx.org/
El Dr. Harvey Wiley quería estas sustancias fuera de la dieta de los estadounidenses, pero no le hacían caso por la presión de las fuerzas económicas de la industria alimentaria.
Fue así que este doctor reclutó a varias docenas de voluntarios para comer platillos llenos de aditivos comunes, se les llamó “El equipo del veneno”. El pago de estos hombres fueron las tres comidas y con ese mísero sueldo cambiaron el rumbo de la humanidad.
Imagínense cómo les fue (nadie murió…), que después de mostrar los resultados a través del tiempo, las leyes de regulación alimenticia cambiaron en 1906 y el Dr. Wiley se ganó su Administración de Alimentos y Medicamentos por andar envenenando gente. ¯\_(ツ)_/¯
Un asunto capital
En junio de 1970, Thomas Jefferson y Alexander Hamilton se encontraron afuera de la casa de George Washington en Nueva York. Chismearon un rato y luego decidieron cenar pronto algún día. Lo que Hamilton no sabía era que Jefferson le tenía una trampa e invitó a James Madison, su archirrival, al encuentro.
Madison había estado peleando por transferir la capital de Estados Unidos al río Potomac, mientras que Hamilton quería poner las deudas del estado en manos federales –lo que más adelante establecería el crédito estadounidense–.
Su rivalidad merecería un libro. // Amazon
Esta cena no terminó tan mal como el amarranavajas de Jefferson quería y provocó un compromiso histórico: el gobierno federal asumió las deudas del estado y Washington, D.C. se convirtió en la capital de Estados Unidos. ¿Y aún piensas que ir a comidas por compromiso no puede cambiar el rumbo de la humanidad?
Lávate las manos después de ir al baño… o no
En 1879, Ira (no, no ‘ires, así se llama, Ira) Remsen y Constantin Fahlberg, colegas de la química, se fueron a su hora Godín de la comida. Fahlberg estaba estudiando los derivados del alquitrán de hulla y, hambriento desde media hora antes de lo indicado –como todo buen godín–, no se lavó las manos por la emoción de ya tener ese primer bocado en su boca.
A la mitad de la comida, Fahlberg notó que todo sabía raramente dulce. Cuando regresó al laboratorio, se dio cuenta que el sabor provenía de un químico oxidado y endulzante artificial, al que más adelante llamó sacarina.
El dulce accidente tuvo su boom cuando el abastecimiento de azúcar escaseó durante las dos guerras mundiales. Hoy en día, la industria de endulzantes artificiales vale aproximadamente dos billones de dólares. Y todo por ser un cochino que no se lavó las manos.
La presentación del eritritol es similar a la del azúcar de caña.
¿De mansión elegante al basurero?
En 1966, Joan Cooney, productora de televisión en Nueva York, fue anfitriona de una cena en su departamento elegante de Manhattan. Lloyd Morrisett, ejecutivo de la fundación Carnegie fue invitado y –como todo buen papá– se la pasó hablando de su hija.
Morrisett les contaba a todos que su pequeña veía mucha tele y tele basura. Era tan adicta que estaba dispuesta a despertarse nada más a ver los tests matutinos de transmisión (casi como nuestras rayitas de colores cuando se iba la señal en Canal 5).
Del basurero al educar hay sólo una cena elegante.
Durante la cena, los invitados tuvieron una lluvia de ideas para usar las cualidades adictivas de la televisión para bien. Tres años después, Óscar el gruñón y todo Plaza Sésamo estaban educando de manera divertida a los niños. Quién diría que el personaje más humilde de Plaza Sésamo nació en una cena muy elegante de Manhattan.
Y tu crees que las comidas de negocios son lo más aburrido de la humanidad.
La comida más creativa y productiva de la vida
En 1994, Pixar todavía no era el estudio de animación que todos amamos. Cuando Toy Story, su primera película que ni siquiera se estrenaba aún, el estudio comenzó a preguntarse cuál sería su siguiente movida.
Durante una comida que tuvieron en Hidden City Café, en California, los animadores y directores de Pixar tuvieron una lluvia de ideas y garabatearon diseños de diferentes personajes en las servilletas.
Estos garabatos crecerían para ser algunos de nuestros personajes favoritos de películas como Bichos, Monsters Inc., Buscando a Nemo y WALL-E. Le avanzaron como 10 años a la chamba en una sola comida. Y tú ni siquiera puedes decidir en dónde comer.
Con información de Neatorama.
