Cuando pensamos en un vegetal fácil de conseguir, accesible en precios y rico en sabores y nutrientes, uno de los primeros que vienen a la cabeza son las calabacitas, también conocidas como zucchini. Esta delicia originaria de Mesoamérica es tan maravillosa que aparece en casi todas las cocinas del mundo.
Rellenas, hechas espaguetis, asadas o en un wok, son la opción perfecta para tener una dieta saludable y sabrosa. Si no las conoces mucho o quieres familiarizarte con ellas, aquí te van unos tips de cómo cocinarla.
Aunque no lo creas, el hogar de este vegetal es la milpa, ese maravilloso sistema de cultivo de las culturas prehispánicas en México. Junto con el maíz, el frijol y el chile, forman parte de una dieta que dio fondo y forma a las culturas de gran parte de Latinoamérica.
Una de las muchísimas ventajas de las calabacitas es que son firmes aún después de que se cocinaron; esto las puede transformar en un maravilloso sustituto de pasta si consigues esta maquinita mágica que las vuelve espaguetis. Una vez rallada, cuécelas en agua con sal, escurre y prepara tu salsa preferida.
Nos gusta la clásica de jitomate pero también puedes echar a volar la imaginación con más verduras como la arúgula, el queso mozzarella o algún fruto seco.
Para este truco vas a necesitar un pelador, jugo de limón y algo de aceite de oliva. Primero saca lajas muy delgadas de las calabacitas y cocínalas en agua hirviendo por dos minutos. Escurre y deja enfriar.
Después, prepara una marinada con el jugo de limón, el aceite y un chorrito del agua de la cocción. Marina ahí tus lajas de calabaza durante 10 minutos y deja volar la imaginación con los acompañamientos: nos gusta el pepino, el queso fresco, el melón, nueces o unas buenas tostadas.
Si no has preparado esta receta y eres fan del queso, ¡te adelantamos que te va a encantar!
Además de que es facilísima de hacer, el resultado son bastones de calabacitas con un sabor espectacular que bien pueden sustituir a las papas a la francesa o ser una gran guarnición para cualquier tipo de carne.
Un poquito de jitomate por aquí, algo de cebolla picada por allá, ajo, un pellizco de chile, queso fresco, granos de elote y ahí tienes una comida muy mexicana y saludable.
Este guisado es un lienzo en blanco que puedes enriquecer con tus ingredientes favoritos. Déjate ir con el chile poblano y con las especias; también agrega espinacas o aceitunas si lo quieres hacer más estilo mediterráneo.
La cocina francesa tiene una receta que no falla a la hora de la merienda o como guarnición. Se trata de rodajas de calabacita -generalmente amarilla pero con la verde funciona-, jitomate, berenjena y un poco de cebolla que van sazonadas con salsa de más jitomate aromatizada con albahaca y tomillo.
Prepárala de la forma tradicional o bien en cubos, cualquiera de las dos es más que cumplidora.
El yakimeshi puede acompañar perfecto a un pollo en salsa teriyaki o agridulce.
Con su sabor sutil, las calabacitas son el acompañante perfecto para un yakimeshi de verduras o simplemente para cocinarlos a la plancha estilo teppan yaki.
Córtalas en rodajas o en cubos y prepara un sartén bien caliente. Pon aceite -si es de ajonjolí, mucho mejor- y saltea ahí tus calabacitas. Agrega salsa de soya, un poco de jugo y ralladura de limón, y ¡listo!
No solo de papas fritas vive la hora del monchis. Hay muchísimas opciones que pueden aligerar un día largo y las calabacitas se pintan solas para hacerte la vida fácil.
Corta en rodajas muy delgadas y colócalas en una charola con papel estrella o encerado. Sazona, pon un poco de aceite vegetal y deja que se deshidraten a 200°C durante 10 minutos aproximadamente en el horno; sabrás que están listas cuando comienzan a dorar por la superficie. Deja enfriar y tendrás una colación crujiente y deliciosa.
Hay mil y un formas de rellenar tus calabacitas pero esta, la de jamón y queso, nos recuerda a la cocina de nuestras madres, esa que solía ser de todos los días en las casas mexicanas.
Quita la pulpa y mézclala con un poco de queso Oaxaca o mozzarella. Combina con jamón picado en cubos, un poco de jitomate y hornea durante 20 minutos.
Pocas son las cosas que se agradecen más que una calabacita que acompaña el guisado de carne en salsa verde. Ya sea cerdo, pollo o res, la combinación del vegetal con la acidez del tomatillo es maravillosa y más cuando tienen un toque picante de chile serrano.
Ya sea que la quieras con lácteos o completamente vegana, una crema de calabacita te va a sentar espectacular para abrir una comida.
La primera opción es más común: sirve en una olla un litro de caldo de pollo y cuece ahí medio kilo de calabacitas cortadas. Después de eso sazona, licua y termina con un vasito de crema. Puedes acompañar con croutones de pan, pepitas tostadas o queso parmesano rallado.
Si la quieres hacer vegana sigue todo el procedimiento pero agrega al caldo de pollo un cuarto de taza de avena y no pongas crema para terminar. Cuando licúes, la consistencia será tersa y tendrá un sabor increíble.